No desestimes jamás el poder de las cosas pequeñas.
Por P. Dennis Doren, L.C.
Las grandes catedrales se han construido a lo largo de decenas de años, los miles de detalles que las adornan ponen el toque de belleza y esplendor, y así es nuestra vida, se construye a base de miles de detalles, detalles de amor, de constancia, de fidelidad. Toda nuestra vida se adorna con la palabra detalles. Toda la creación está constituida de miles de detalles.
Se piensa a veces que la felicidad es como sacarse la lotería, un suceso majestuoso
que de la noche a la mañana cambiará una vida miserable por una llena de dicha. Esto es falso, en verdad la felicidad se finca en pequeñeces, en detalles que sazonan día a día nuestra existencia.
Nos dejamos engañar con demasiada facilidad por la aparente simpleza. No desestimes jamás el poder de las cosas pequeñas: una flor, una carta, una palmada en el hombro, una palabra de aliento o unas cuantas líneas en una tarjeta. Todas estas pueden parecer poca cosa, pero no pienses que son insignificantes. Ellas van marcando lo que marca la diferencia en la creación y en la vida de cada ser humano.
El alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante un rato.
Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles. Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno el cuadro había cambiado notablemente.
El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a sublime.
Casi con reverencia le dijo al maestro:
¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto el cuadro?
Es que en esos pequeños detalles está el arte. Contestó el maestro.
Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles. Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia.
Todas las relaciones -familia, matrimonio, noviazgo o amistad- se basan en detalles. Nadie espera que remontes el Océano Atlántico por él, aunque probablemente sí que le hables el día de su cumpleaños. Nadie te pedirá que escales el Monte Everest para probar tu amistad, pero sí que lo visites durante unos minutos cuando sabes que está enfermo.
¿Que esperas entonces?, Escribe esa carta, haz esa visita, levanta el teléfono, contempla el amanecer, acompaña al pajarito en su trinar. Hazlo ahora, mientras la oportunidad aún es tuya. No lo dejes para después por parecerte poca cosa. En las relaciones con los demás, en los trabajos que realizas, en los proyectos que planeas, en la vida que construyes, no hay cosas pequeñas, únicamente existen las que se hicieron y las que se quedaron en buenas intenciones. No dejes pasar las oportunidades para darle sentido a tu vida y embellecerla con las cosas del día a día que se te presentan, ellas darán a tu vida la grandeza de tu ser.