Por Maleni Grider
“Muéstrale al niño el camino que debe seguir, y se mantendrá en él aun en la vejez.”
Proverbios 22:6
Una familia cristiana, además de tener sueños y proyectos, incluye dentro de sus funciones el formar hijos sanos, que amen a Dios, y que, a su vez, sean los futuros padres de otras generaciones. Por ello, es importante que con frecuencia nos detengamos a reflexionar y replantear o afirmar el trabajo que debemos desempeñar cada día, en casa, con nuestros hijos, y revisar las metas que como encargados del hogar perseguimos.
Es nuestro deber delante de Dios:
Enseñar a nuestros hijos la doctrina de Jesucristo, el evangelio de salvación, los méritos de Cristo en la cruz, la Palabra de Dios, así como conducirlos hacia la iglesia, al menos una vez por semana, a fin de que ellos tomen conciencia y crezcan en el conocimiento de Dios y de su Reino.
Proveer para ellos un ambiente de amor y paz en casa. La estabilidad de un hogar es la mejor garantía de seguridad para nuestros hijos, y para su futuro éxito. Un hogar lleno de pleitos, inestabilidad y amargura enferma sus corazones. Pero un hogar lleno de armonía los ayudará a crecer sanos y seguros.
Enseñarles los eternos valores cristianos les dará un respaldo moral para su vida futura, estableciendo parámetros sólidos para su comportamiento, y firmeza en su conciencia acerca del bien y el mal, de modo que no tengan confusión cuando enfrenten las diferentes corrientes y doctrinas del mundo.
Promover en ellos hábitos sanos, como la limpieza, el orden, la buena alimentación, la lectura, el ejercicio, el arte, la disciplina personal, el estudio, formará en ellos un mejor carácter y revelará su personalidad, de modo que puedan ser ellos mismos y sentirse bien acerca de ello.
Marcar los límites que ellos no deben rebasar acerca del respeto, la convivencia, el lenguaje, las horas y sitios en internet, las amistades, los paseos y horarios para llegar a casa, etcétera, los enseñará a respetar la autoridad y a sentirse seguros, protegidos y amados.
Ayudarlos a descubrir sus dones y talentos, a fin de que los desarrollen y los usen a favor de sí mismos y de otras personas.
Motivarlos a encontrar alguna labor altruista, en la cual puedan dar a otros algo de lo que ellos han recibido, de manera caritativa y sin esperar retribución alguna, excepto por el gozo de dar.
Darles nuestra confianza, estímulo y apoyo para que sean capaces de expresarnos sus sueños, preocupaciones y secretos. Esto los mantendrá seguros bajo nuestra supervisión amistosa y nuestra protección.
Proveer para sus necesidades materiales y emocionales, a fin de que puedan realizar todo esfuerzo libremente, sin preocupaciones excesivas, con los recursos que tengan a la mano.
Ir una milla extra con ellos cada día, con la intención de que puedan destacar y ser excelentes en el futuro.
No debemos olvidar que todo esfuerzo que hagamos hoy tendrá un fruto y una recompensa el día de mañana. Hoy es la antesala del futuro. Hoy labramos nuestro futuro y su futuro. Hoy definimos lo que seremos como familia. Hoy destruimos las artimañas de error del enemigo, rompemos cadenas de opresión y construimos hogares sanos, llenos de paz y armonía, con el poder del amor de Jesús, la gracia que Dios nos ha regalado y la comunión con el Espíritu Santo. ¡Amén!