Regnum Christi México

¿De qué está hecho el amor de Dios?

Regnum Christi

Si queremos cumplir el máximo mandamiento que Cristo nos dio, de amar a otros como a nosotros mismos, tenemos que entender la forma en que Dios nos ama.

Por Maleni Grider

Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. vUstedes deben amarse unos a otros como yo los he amado.
Jn 13,34

Uno de los más insondables misterios es el amor de Dios. Como seres humanos, nuestro amor es limitado y hasta cierto punto egoísta. Pero el amor de Dios es incomparable, inconmensurable e indescriptible. También es difícil de entender pues no hace sentido que, aun siendo pecadores, Cristo murió por nosotros, es decir, Él tomó nuestro lugar y pagó el precio que nosotros debíamos pagar. ¿Y todo por qué? Por amor.

De modo que, si queremos cumplir el máximo mandamiento que Cristo nos dio, de amar a otros como a nosotros mismos, tenemos que entender la forma en que Dios nos ama. Porque si amamos sólo con amor humano, egoísta, seguramente fallaremos a menudo, pero si amamos con el amor que Dios pone en nuestros corazones, podremos amar de una manera sana y más allá de nuestras capacidades humanas.

Si quisiéramos hacer al menos una aproximación al amor de Dios, basados en lo que dicen las Escrituras, o si le preguntáramos: “¿de qué está hecho tu amor, oh Dios?”, podríamos decir que su amor está hecho de:

Eternidad. Su amor no ha tenido ni tendrá nunca fin. Porque Dios es eterno, y Dios es amor (1 Jn 4,8). Su amor, además, está lleno de dádivas sin límites.

Compromiso. Las promesas de Dios son inquebrantables. Su amor es siempre comprometido y respaldado por sus promesas. Dios es un Dios de pactos eternos, y podemos confiadamente abrazar su amor y sus promesas. (2 Co 1,20)

Inmutabilidad. Su amor es constante, no cambia con las circunstancias. Su amor no es un amor simplemente emocional o romántico, sino un amor maduro, inconmovible. Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos. (Heb 13,8)

Sacrificio. Significa renunciación a sí mismo. El amor de Dios va más allá de lo que podemos imaginar. Es capaz de sacrificar lo mejor de sí mismo, lo da todo por otros, a costa de lo que sea. (Jn 3,16)

Compasión. Dios es compasivo, tiene cuidado del débil, del enfermo, del desesperado, pero ¡también del pecador! Dios no ama sólo a los justos, sino a toda la raza humana. Él quiere que todos procedamos al arrepentimiento. (2 Pe 3,9)

Perdón. El amor de Dios es grande y se extiende hasta el perdón. Es capaz de perdonar los pecados humanos más oscuros, y olvidarlos para siempre. (Mi 7,19)

Servicio. El verdadero amor quiere ayudar y ser útil a los demás, quiere aligerar el dolor y las cargas de otros. El servicio es la muestra de que el amor de Dios vive en nosotros. Jesús tuvo una vida de servicio extremo en la tierra. (Mc 10,45)

El amor de Dios conjuga todas estas cosas, y por eso es capaz de redimirnos. Cuando aprendamos a amar de esta manera, también podremos ser conductos de Su Redención para otros.

Ése es su mandamiento: que nos amemos unos a otros como Él nos amó.

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