Fue un precio muy alto el que se pagó por tus pecados y los míos. Tan alto que todo ser humano puede alcanzar perdón y salvación por la fe en Cristo.
Por Maleni Grider
A menudo creemos o sentimos que Dios no perdonará nuestros pecados, porque hacer el mal nos lastima y también nos llena de culpa. La culpa es una lápida pesada de cargar… hasta que comprendemos el significado de la cruz.
Los seres humanos fuimos creados por Dios con un propósito esencial: ser amados. Si entendemos la profundidad de esta verdad, sabremos que tanto nuestro Padre celestial como su Hijo, en comunión con el Espíritu Santo, han deseado siempre amarnos tanto (y, de hecho, ya nos han amado), que montaron todo un plan para perdonarnos y redimirnos. En otras palabras, para salvarnos del castigo eterno del infierno.
Para poder amar hay que perdonar, es decir, el que ama perdona. Nunca nadie sabrá lo que dolió morir en esa cruz. Cuánto le costó al Padre ver morir a su Hijo amado, a quien Él engendró en el vientre de la Virgen María con la potencia divina del Espíritu Santo. Los tres estuvieron en el Calvario, los tres enfrentaron la muerte de Jesús, el Salvador. Los tres atestiguaron cómo la vida se le iba a Cristo cuando su sangre era derramada.
Fue un precio muy alto el que se pagó por tus pecados y los míos. Tan alto que todo ser humano puede alcanzar perdón y salvación por la fe en Cristo. Créeme, todo pecado ha sido perdonado en la cruz, y toda enfermedad ha sido curada, y toda muerte ha sido vencida. Imagínate: hay algunos doctores que aseguran que son treinta y nueve las enfermedades principales de donde se desprenden todas las demás (y fueron treinta y nueve los latigazos que recibió Jesús). Una enfermedad por cada llaga.
Escucha esto: tus pecados, por feos que sean o hayan sido, nunca impresionarán tanto a Dios como tu fe. Sí, lo que Dios más aborrece es el pecado, y no puede convivir con éste. Pero lo que a Dios le llama más la atención es que la fe nazca en el corazón de una persona. Cuando tú le crees a Dios, tienes que creerle que te ha perdonado, y que el sacrificio enorme que hizo en la cruz es suficiente.
Es verdad, a Dios lo entristece el pecado, y también lo hace enfadarse mucho. De hecho, su Palabra misma habla de la ira de Dios, pero ¿qué tal su misericordia sin límites? Jesús murió por todos los pecados y por todos los pecadores. Sin excepción alguna. Son aquellos que creen en Él los que alcanzan la salvación mediante el arrepentimiento.
¿Crees que hay algún pecado que Dios no conozca o no haya visto? Por supuesto que no. Aun los peores pecados Dios ya los ha visto una y otra vez. Sin embargo, no te confundas: nadie quedará impune a su pecado si no confiesa su culpa. Todos seremos juzgados y recibiremos conforme al bien o mal que hayamos hecho.
Así que por hoy, mientras todavía Él puede ser hallado, si tu fe puede prevalecer sobre tu culpa, entonces recibirás perdón, hallarás la paz en tu alma y tendrás la fuerza de enfrentar el futuro con mayor santidad, mientras perdonas tú mismo lo que ya Jesús te ha perdonado.