Cada día tenemos esta irrepetible oportunidad de hacer la experiencia de Dios a través de la creación, ahí está presente, ¿lo ves?
Por P. Dennis Doren, L.C.
Contemplar la creación es uno de los actos más sublimes de oración, ahí elevamos nuestra mirada, nuestro corazón y nuestras palabras con un profundo ¡gracias!, o ¡qué maravillosas son tus obras! Cada día tenemos esta irrepetible oportunidad de hacer la experiencia de Dios a través de la creación, ahí está presente, ¿lo ves? El mundo fue creado para el hombre para que, en la contemplación de su belleza y en el buen uso de las creaturas, lleguen a amar al Dios Creador, Padre Omnipotente. Por un momento contemplemos el mar, los montes, los ríos, los bosques… ¿cuántas veces hemos sentido la cercanía de Dios al estar disfrutando de la creación?, ¿qué tal está tu alma, es sensible para captar todo esto que Dios te ha dado y en ellas encontrarte con Dios?
“Venid, cantemos gozosos a Yahvé,
aclamemos a la Roca de nuestra salvación;
con acciones de gracias vayamos ante Él,
aclamémosle con salmos.
Porque es Yahvé un Dios grande,
Rey grande sobre todos los dioses;
en sus manos están las honduras de la tierra,
y suyas son las cumbres de los montes;
suyo el mar, pues Él mismo lo hizo,
y la tierra firme que sus manos formaron.
Entrad, adoremos, postrémonos,
¡de rodillas ante Yahvé que nos ha hecho!
porque Él es nuestro Dios,
y nosotros el pueblo,
el rebaño de su mano”.
(Sal. 95).
Dios crea un mundo ordenado y bueno, pero por encima de todo ello, crea al hombre capaz de conocer. Nuestra inteligencia, participando en la luz del Entendimiento divino, puede entender lo que Dios nos dice por su creación, ciertamente no sin gran esfuerzo y en un espíritu de humildad y respeto ante el Creador y su obra. Salida de la bondad divina, participa de esa bondad, porque la creación es querida por Dios como un don dirigido al hombre, como una herencia que le es destinada y confiada. (CIC 299)
Así nos lo enseña Luis Pasteur, se cuenta estaba cierta mañana con sus manos puestas sobre su mesa de estudio, con sus dedos juntos, en forma de pantalla y su cabeza inclinada a pocos centímetros de la mesa; hasta que por fin levantó su cabeza, y separando las manos, apareció un pequeño microscopio.
Un estudiante que había estado observándole, tan quieto, durante largo rato, dijo:
– Pensaba, doctor Pasteur, que estaba usted orando.
-Así es -replicó el científico levantando su microscopio- estaba diciendo a Dios cosas muy bellas, aunque no tanto como las que Él estaba diciéndome a mí por medio de sus obras.
Aprovechemos el día de hoy para admirarnos de la belleza que brota de lo que Dios ha creado, unámonos en oración de agradecimiento. Cuidemos que en el día de hoy nuestras ocupaciones y nuestro agitado día mantengan cerrados nuestros ojos y nuestros corazones, Dios se manifiesta en la grandeza de su creación. No descubrirle en la belleza de la creación es quedarse ciego. Tomemos un minuto para disfrutar y agradecer los maravillosos regalos que Dios nos da en todo momento a través de su creación.
Con sencillez y humildad, dirijamos esta oración que nos enseña el Salmos 139: “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo conoce bien”, el Apocalipsis 15,3 nos invita a cantar: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso”, y el Salmo 135: “Todo lo que quiso Dios, ha hecho en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos. Él hace subir las nubes del cabo de la tierra; Él hizo los relámpagos para la lluvia; Él saca los vientos de sus tesoros”. Démosle hoy a Dios la primacía que se merece, Él es Dios y merece ser reconocido como el Principio y Fundamento de nuestra vida, comencemos hoy con nuestra oración.