¿Cuál es el propósito de un corto periodo de tiempo dentro de una eternidad?
Por Maleni Grider
Hace unos días, mi esposo, mi hija Samantha y yo estuvimos en la ciudad de México. Viajamos para celebrar los quince años de la niña con nuestros familiares, amigos y líderes espirituales. La celebración fue un momento dulce y sereno, un espacio de gozo, unidad y amor, lleno del Espíritu de Dios.
Vinieron personas que no había visto en varios años, pero que viven por siempre en mi corazón. Y, como siempre pasa en este tipo de celebraciones, Samantha conoció familiares que no conocía o a quienes no recordaba. Dos de mis invitados confundieron la fecha y no llegaron. Otros no pudieron ir por razones personales o compromisos, pero estuvieron los que tenían que estar y juntos pasamos una velada inolvidable.
En el curso de la celebración, yo sólo pensaba una cosa: “Es un milagro que estemos hoy aquí”. Somos parte de una eternidad, una minúscula parte de esa eternidad, y el hecho de coincidir en un mismo espacio de tiempo, en un mismo lugar, para mí representó un milagro de seis horas. Ya saben, la fiesta de quince años es un momento de ensueño para muchas jovencitas, ellas brillan en toda su belleza y son admiradas por los asistentes. Bailan un vals, brindamos por ellas, parten el pastel, reciben regalos y sonríen para cientos de fotografías, en el estudio, en la iglesia y en el salón.
Mientras ella bailaba yo recordaba los días en que ella nació, y los que siguieron, con tribulación, discapacidad, en un país diferente al nuestro, nuestro regreso a México, los días que la tuve en mis brazos, sus cientos de terapias, la cirugía en su pie, sus días de escuela, los días en la iglesia, nuestros tiempos de oración, y reflexionaba en lo lejano y cercano de esos tiempos, es decir, en la relatividad del tiempo.
Ahora bien, de la misma forma en que la fiesta fue un milagro en el que nos reunimos todos, nuestra vida es un milagro, nuestra familia es un milagro, nuestra historia es un milagro, pues ocurren de manera única e irrepetible. La vida en sí es un milagro, pero cuando reparamos en todo lo vivido, y la vida parece tan corta, nos damos cuenta del valor de nuestra existencia y de la inmensidad de lo que Dios ha creado.
Pero, ¿cuál es el propósito de un corto periodo de tiempo dentro de una eternidad? Algunos responderán que ser felices. Para otros, la vida tiene un significado diferente. Como hijos de ese Dios creador, quien es eterno y verdadero, el propósito principal es conocerle. Nos son dados sólo unos años para vivir una vida completa y en abundancia, pero esto sólo es posible si desde temprano buscamos su presencia y seguimos la guía de sus parámetros, pues Él tiene los mejores planes para cada uno de nosotros, planes específicos y perfectos.
La fiesta de Samantha transcurrió con sencillez y alegría, sus quince años celebran la vida, pero también celebran el hecho de haber conocido al Señor desde muy temprana edad, conocer su Palabra, la obra de Jesús en la cruz, los dones del Espíritu Santo, los milagros y prodigios que sólo Él puede hacer, y cómo su mano nos va guiando para cumplir el destino y alcanzar la misión que tenemos en la tierra, antes de regresar a Él y vivir eternamente en su presencia.
Gracias sean dadas a Dios por el milagro de la vida que recibimos al ser concebidos, por el milagro de nacer, por el milagro de todo lo creado, y por ser parte de esa eternidad en la que el Señor existe y es Dios. Gracias a Dios por su Reino eterno, y porque podemos acceder a éste, en ese corto periodo de tiempo donde se nos permite amar, encontrarnos, reunirnos, ser familia y adorar al Rey.