Es una ironía, ya que cuanto más te olvidas de ti para ayudar al otro, más feliz eres.
Por Gerardo Moreira
De dos cosas estoy seguro en esta vida: la primera es que todos vamos a morir y la segunda, es que todos buscan ser felices antes de que pase lo primero.
La gente busca la felicidad sin descanso por todas partes y vale la pena decir que a veces las cosas que buscamos están en el lugar que menos las esperamos.
¿Y qué si te digo que la felicidad la encontraras en un lugar perdido en la sierra? En el cual vas a convivir con gente que apenas conoces, vas a dormir junto con 10 personas más en el mismo cuarto en un sleeping bag que no sirve ni para el frío ni para el calor, vas a mal comer, a no bañarte, a no verte al espejo, no tener señal celular ni internet (si es que cuentas con luz), no tener tiempo para ti y tus gustos personales, sino que estarás para servir a los demás, a personas que en tu vida has visto y que descubres que tienen grandes necesidades. Y además estarás así una semana completa. ¿Ser feliz en esas condiciones? Hasta suena tonto escrito de esta manera.
Pues déjame contarte una cosa: ya van 6 veces que vivo esa experiencia y cada vez que regreso de esos lugares no puedo evitar que una tonta sonrisa se me pinte en la cara, que mi alma esté llena de una paz interior indescriptible y sentir eso que nos pasamos buscando, una felicidad total.
Ahora bien, pasar esa semana en la sierra no es cumplir un mandato cualquiera. Al hacerlo estarías cumpliendo el ultimo mandato que fue dado a todo cristiano: “Ir por todo el mundo y predicar el Evangelio” (Mc. 16,15).
Y allí esta el secreto. La felicidad es una ironía, ya que cuanto más te olvidas de ti para ayudar al otro, más feliz eres.
Si no me crees, solo hay una manera de averiguarlo… Atrévete a vivir esta experiencia por ti mismo y te aseguro que si abres el corazón para darte a los demás, experimentarás esa felicidad que tanto has buscado.
Y sí, es posible que sientas que lo que aportas es solo una gota de agua en el mar, pero recuerda lo que dice Santa Teresa de Calcuta: “el mar sería menos si le faltara esa gota”.
Soy Gerardo Moreira y soy misionero.
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