¿Por qué buscamos en otras fuentes lo que sólo Él puede darnos?

Por Maleni Grider

Pedid, y se os dará…
Mateo 7:7

Como creyentes conocemos la superioridad de Dios, la obra de Jesucristo en la tierra y la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida. También conocemos las promesas del Padre y las enseñanzas del Hijo a través de su Palabra, es decir, estamos informados y tenemos conocimiento de Dios, su naturaleza y su Reino. Sin embargo, constantemente ponemos nuestras expectativas en muchas otras cosas, excepto en Dios.

En otras palabras: quiero empezar haciéndoles una pregunta, ¿por qué no recibimos nada de Dios? La respuesta es simple: porque no esperamos recibir nada. Vamos a la iglesia sin esperar nada; oramos sin esperar nada; nos dormimos y nos levantamos sin esperar nada, vivimos sin esperar nada. No quiero ser malentendida: las dádivas de Dios son muchas cada día, y debemos estar agradecidos por ello.

Pero me estoy refiriendo a cosas grandes, milagros, manifestaciones explícitas, sanidades, liberación de nuestras ataduras, etcétera. Muchas personas buscan la prosperidad en cosas tan improbables como un billete de lotería; otros ponen su esperanza por completo en la ciencia médica cuando están enfermos; los más alejados de Dios recurren a la hechicería con la esperanza de recuperar al ser amado, salvar su matrimonio o enfrentar un problema financiero; y otros simplemente buscan amigos, clubes o psicólogos para desahogar su dolor o encontrar respuestas y consejos a sus conflictos más íntimos.

Si ponemos nuestras expectativas en todas estas cosas, entonces deberíamos preguntarnos si nuestra fe en Dios es real. Él es el único ser todopoderoso, y puede dárnoslo todo. El único problema es que no recibimos porque no esperamos recibir. ¿Por qué buscamos en otras fuentes lo que sólo Él puede darnos? Él no es sólo un Dios lejano a nosotros sino un Padre cercano, amoroso, deseoso de darnos cosas buenas.

Ahora bien, hay algunas condiciones, pues Dios quiere reciprocidad: obediencia a sus mandamientos, fe incondicional en su poder, dependencia de su gracia, persistencia, paciencia, humildad, lealtad a nuestro cónyuge (si somos casados), buen desempeño de nuestro rol en el hogar, sumisión a su voluntad.

Si cumplimos estas ordenanzas, podemos esperar cualquier cosa de Él, porque Él tiene el poder para hacerlo, el amor para hacerlo y siempre cumple su Palabra. Así que, de ahora en adelante, asistamos a la iglesia esperando recibir más de su sabiduría, su revelación y su gracia; cuando oremos, esperemos fervientemente recibir su favor, su sanidad y su respuesta; y cuando vivamos, esperemos recibir bendición, liberación, inspiración a través de su Espíritu y otras grandes cosas que ni siquiera imaginamos.

“En verdad les digo: ‘El que crea en mí, hará las mismas cosas que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores. Todo lo que pidan en mi Nombre lo haré, de manera que el Padre sea glorificado en su Hijo. Y también haré lo que me pidan invocando mi Nombre. Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos.”
Juan 14:13-15