Regnum Christi México

Jesus is the reason of the season

Regnum Christi

Jesucristo, y ningún otro, es la razón de la temporada navideña. ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad! ¡Aleluya!

Por Maleni Grider

Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor.
Lucas 2:11

Hace dos noches manejaba cerca de mi vecindario con mi hija y ambas disfrutábamos de las luces y decoraciones navideñas que muchas personas han colocado en el exterior de sus hogares. Es tal el deleite ante esta belleza de colores, que decidí recorrer más calles y dejar a mi hija admirar la creatividad expresada en cada jardín.

Mientras manejaba escuchábamos un programa de radio, y de pronto escuché la frase: “Jesus is the reason of the season” (Jesús es la razón de la temporada). Esta conocida frase en Norteamérica encierra una verdad que vale la pena mencionar en estas fechas, cuando nos encontramos tan próximos a la noche de Navidad y vemos por todas partes los preparativos para este evento.

El mundo celebra la Navidad de diferentes maneras, pero la idea básica de esa noche es que las familias se reúnan y compartan en unidad una cena especial, una velada de amor, fraternidad, paz y reconciliación. Sin embargo, alrededor de esta fecha tan especial se han agregado muchas prácticas y tradiciones que nada tienen que ver con ésta.

La Navidad se trata de Jesucristo, el Hijo de Dios, quien nació en Belén hace 2018 años, cumpliendo así más de trescientas profecías bíblicas y desempeñar el propósito y la misión que Dios le encomendó, de entregar su vida en la cruz para morir en nuestro lugar y así redimirnos. La Navidad es acerca del milagro de Dios, quien se hizo hombre y nació del vientre de una mujer, engendrándolo con su Espíritu.

La Navidad es acerca de la gracia que del cielo bajó a la tierra, para traernos las buenas nuevas de salvación a través de la fe en Cristo. Muchos celebran con Santa Claus, otros se emborrachan esa noche, muchos gastan miles de pesos en fiestas mundanas, otros se van de vacaciones a lugares lejanos, y otros simplemente ignoran esta noche y miran el televisor hasta quedarse dormidos en el sofá.

Pero la Navidad es sólo una fecha establecida para que los cristianos celebremos el nacimiento de nuestro Señor y Redentor Jesús, el Salvador del mundo, quien nos ha reconciliado con Dios al perdonar nuestros pecados, y nos ha dado la paz de su Espíritu. Todas las demás voces y ruidos que la humanidad ha inventado alrededor de esta fecha, usurpan y distraen la atención de la obra de Dios. No hay otro evento más grande en la historia de la humanidad que el nacimiento de Jesús.

El profeta Isaías lo anunció 750 años antes de Cristo: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; le ponen en el hombro el distintivo del rey y proclaman su nombre:                                                                               ‘Consejero admirable, Dios fuerte, Padre que no muere, príncipe de la Paz’.” Isaías 9:5

Y el evangelio de Lucas reporta el momento en que esta profecía inició su cumplimiento: “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’. María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: ‘No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás’. María entonces dijo al ángel: ‘¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?’ Contestó el ángel: ‘El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios’.” Lucas 1:26-35

¿De qué servirá celebrar, hacer fiestas, reunir a toda la familia, hacer las más grandes obras de caridad, asistir a eventos religiosos, comprar adornos despampanantes para nuestra casa, dar y recibir regalos, cocinar la cena más extravagante para la Navidad, si Cristo no nace en nuestro corazón? Una celebración intelectual en la que sólo se advierte que es acerca de Jesús, pero donde Jesús no nace verdaderamente en nuestros corazones, no es una celebración que honre a Dios y su obra en la cruz.

Jesucristo, y ningún otro, es la razón de la temporada navideña. ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad! ¡Aleluya!

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