No importa quién seas, de dónde vengas o qué hayas hecho, Cristo murió por ti.
Por Maleni Grider
Todos hemos visto el mensaje de “Jesús te ama” en diferentes lugares: en las paredes, en ventanas de autos, en calcomanías, e incluso en la calle. Recuerdo que una amiga de la secundaria llegaba al salón de clases cargando sus cuadernos llenos de dibujos con la frase “Jesús te ama”. Llamó tanto mi atención que le pregunté acerca de esto.
Ella me dijo que creía en Jesús, y me explicó que Él había muerto en la cruz por nosotros. En pocas palabras, una niña de catorce años me habló del evangelio en una conversación sencilla, de aproximadamente diez minutos, mientras estábamos sentadas en nuestros pupitres, a punto de comenzar la clase de Español. Aunque yo no comprendí por completo este mensaje, ni sabía casi nada acerca de Dios o de su Palabra, las convicciones de esta compañera me impactaron de tal manera que mi corazón empezó a tener necesidad de saber más acerca de Jesucristo.
En pocos meses me enteré de las buenas nuevas de salvación y mi fe en Cristo se hizo real. Empecé a conocerle y a caminar con él. ¡Cuánta gracia y misericordia recibí siendo tan joven! A pesar de los muchos años que he vivido por su gracia, el significado del amor de Jesús es algo que todavía me causa admiración, y puedo decir francamente que no logro comprenderlo por completo. Como seres humanos amamos intensamente, pero nuestro amor es limitado. En cambio, el amor de Dios es perfecto, ilimitado y eterno.
Dios es romántico, seductor; Dios enamora. Eso es algo que he comprobado a lo largo de los años, mientras he ido desarrollando una relación con Él. Su interacción en mi vida, su intervención en diferentes situaciones desesperadas, sus dádivas, sus favores, ¡y sus milagros!, me han hecho comprender que construir una vida a su lado es tan real como formar una familia, desarrollar una carrera, emprender una empresa o vivir un matrimonio lleno de amor.
Hay un convenio de por medio, luego vienen las promesas, más tarde Jesús nos pide compromiso y desprendimiento. Todo va en una franca progresión, de acuerdo a la madurez que demostremos hacia su Reino. Nos vamos fortaleciendo espiritualmente en la medida que somos obedientes, en la medida que doblegamos nuestras rodillas y sometemos nuestro ego a su voluntad, en la medida en que aprendemos a renunciar a nosotros mismos y crucificamos nuestra carnalidad para seguir sus propósitos.
Pero, ¿qué pasa cuando una crisis, un desastre o una tragedia viene a nuestra vida, a pesar de que nuestra fe sea real, a pesar de nuestra consagración, y a pesar de nuestra obediencia? ¿Qué significa la frase “Jesús te ama” en esos momentos? Y, ¿qué significa para el drogadicto que duerme en la calle, o para el alcohólico que lo ha perdido todo, o para el asesino cuya culpa lo asfixia? El amor de Dios significa redención.
“Jesús te ama” significa que no importa quién seas, de dónde vengas o qué hayas hecho, Cristo murió por ti. No importa cuán grande sea tu problema, tu dolor o tu atadura, Jesús dio su vida por tu rescate. Él entregó su cuerpo y derramó su sangre en sacrificio vivo para que tú puedas recibir perdón, sanidad, restauración, consuelo, liberación, o cualquier otra cosa que necesites.
Jesús es la Puerta de salida, Jesús es el Camino que te llevará a Dios, Jesús es la Resurrección para todas las áreas muertas de tu vida, Jesús es el Agua Viva que saciará tu sed desesperada, Jesús es el Sanador de todas tus enfermedades, Jesús es la Vida Eterna y tu mayor esperanza, Jesús es el Salvador, el que puede perdonar todos tus pecados y darte un nuevo nombre, una nueva vida.
El amor de Jesús no se sujeta a nuestra humanidad. Su amor no es de este mundo. Su amor está disponible siempre para aquellos que quieran recibirlo porque no tiene fin. Su amor es siempre una respuesta segura. Como personas que hemos caminado, vivido y sufrido con Él, podemos decirle al mundo: “Cristo te ama”, porque sabemos que esa es la verdad más alta, el camino más corto a la saciedad. En el mundo no hay nada seguro, excepto el amor de Dios. Créelo, y nunca pierdas la ocasión de decirle a alguien: “Jesús te ama”, quizás estarás reconstruyendo un corazón o acariciando un alma.