Jesús nos hará encontrar todo lo que nos haga falta, en los lugares y momentos menos esperados, en formas divinas y no únicamente terrenales.
Por Maleni Grider
“Mi Dios, a su vez, proveerá a todas sus necesidades, según su inmensa riqueza en Cristo Jesús.”
Filipenses 4:19
Cuando Pedro echó su anzuelo en la playa, el primer pez que se enganchó tenía una moneda de plata suficiente para pagar los impuestos del discípulo y de su maestro. ¡Qué asombroso debe haber sido para Pedro, el experto pescador, encontrar exactamente lo que Cristo le dijo que encontraría!
Si el Señor nos promete proveer lo que necesitamos, Él lo hará. De la forma más asombrosa y en los lugares más inesperados, hallaremos nuestra provisión. ¿Qué nos toca hacer? Escuchar sus promesas, creerle y activar nuestra fe, es decir, ir a la playa, echar el anzuelo y abrir la panza del pez, luego ir y tomar cuidado de aquello en lo que debemos ser solícitos.
En esta bella historia que Mateo reportó, vemos al Rey de reyes empatizando con el nivel humano, el ámbito material, a fin de evitar tropiezos, escándalos o confusión en las personas, por lo que decide cumplir con su deber ciudadano y cubrir el pago de Pedro, su seguidor.
Cristo no se limitó a decir: “Como Hijo del Creador del mundo, yo estoy exento de pagar impuestos”. Tampoco sacó dinero de sus bolsillos y lo dio a Pedro, sino que quiso enseñarle una lección a éste. Lo mandó al lugar menos esperado y le ordenó hacer algo extraordinario. Jesús combinó un elemento material con otro elemento orgánico: la moneda en el pez. Este hallazgo sobrenatural sólo pudo ocurrir por el poder del Mesías.
Con este milagro, Cristo nos quiere hacer entender que Él puede hacer cualquier cosa para proveernos de todo lo necesario, y que ha de ser a su manera (celestial), no a la nuestra (terrenal). Jesús nos hará encontrar todo lo que nos haga falta, en los lugares y momentos menos esperados, en formas divinas y no únicamente terrenales.
Sólo tenemos que creerle cuando nos da instrucciones y nos pide seguir sus pasos. Sólo tenemos que aferrarnos a su Reino espiritual y renunciar a creer solamente en las fuentes convencionales de sustento. Dios tiene para nosotros mucho más de lo que podemos creer o esperar.
Él es la fuente más asombrosa de nuestro sustento.