Navidad es recordar que hemos sido redimidos. Jesús es el único redentor del mundo. Él sigue vivo. Y vivirá por siempre. Su vida está en nosotros.
Por Maleni Grider
A fin de cuentas, la Navidad es un momento para recordar que vivimos en el tiempo de la gracia. Y siendo la gracia un regalo inmerecido, no la recibimos porque hayamos hecho buenas obras, sino que la recibimos con el fin de que seamos capaces de hacerlas. ¡De gracia recibimos, demos de gracia! (Mt 10, 8)
La noche en que Dios encarnó en la persona de Jesús, y llegó al pueblo de Belén, la gracia cubrió la tierra, comenzó el tiempo de la redención. Por lo menos setenta profecías se cumplieron esa noche, con el alumbramiento de María. El Rey del cielo se hizo hombre y vino a dar su vida en rescate por muchos (Mt 20, 28).
Cristo es la humildad por antonomasia. Nació en un pesebre, en familia humilde, perdonó todas las ofensas, se sacrificó por la humanidad, lavó los pies de sus discípulos, fue obediente a sus padres terrenales y a su Padre celestial, sufrió el dolor hasta la muerte de cruz sin rebelarse.
Dios nos creó libres, y nosotros nos rebelamos. Dios envió a su Hijo, fuimos redimidos. Después de eso, toda lucha entre Dios y los hombres terminó, hoy vivimos bajo el tiempo de la dispensación. Toda discusión sale sobrando. Él ya ha derramado su gracia sobre nosotros. Y depende de nosotros si la aceptamos o la desperdiciamos. Pero hoy, todavía Dios puede ser hallado.
Navidad es recordar que hemos sido redimidos. Jesús es el único redentor del mundo. Él sigue vivo. Y vivirá por siempre. Su vida está en nosotros. Jesús es el único Dios que vive dentro de sus seguidores. No hay ningún otro Dios que viva dentro de los hombres.
No es sólo que Dios pueda perdonar todos nuestros pecados, sino que ya lo ha hecho, y ya nos ha redimido, porque redimir significa liberar de la esclavitud mediante un pago. Fue nuestro Redentor, Jesucristo, quien pagó ese precio con su vida. Por eso ahora podemos ser libres, perdonados. ¿Lo merecemos? No. Es por gracia. Es por el favor y el amor de Dios.
Aunque Dios ya terminó la obra de su gracia por el pecador, Él todavía no ha terminado su obra en el pecador. La gracia es sólo el lugar en el que Dios nos encuentra; pero el lugar hacia donde la gracia nos lleva dura toda una vida. La gracia es el principio de la santidad. La gracia nos ha sido dada para que ya no vivamos bajo el yugo del pecado. Redención implica un cambio de vida radical: de las tinieblas a la luz. Navidad es celebrar la gracia que ha venido a nuestra vida.