Lo que odian los jóvenes

Regnum Christi

06/06/2022

Estamos ante una generación totalmente nueva por su capacidad de adaptarse y resistir cambios después de lo vivido durante la pandemia.

P. José R. Valencia, L.C.

Me encanta trabajar con jóvenes pues son claros, directos y transparentes. Estamos ante una generación totalmente nueva por su capacidad de adaptarse y resistir cambios después de lo vivido durante la pandemia como te expliqué en mis artículos pasados[1]. Han tenido que empezar de nuevo, resistir de nuevo, lanzarse otra vez. ¡y lo han hecho![2] Son más resilientes que nunca. Están llamados a ser la generación que siembre una nueva época después de los cambios estructurales que estamos viviendo en la sociedad económica, política, familiar y religiosa[3].

Pero hay cosas que los “ponen negros”. Si eres formador de jóvenes conviene que tengas presente estos datos que surgen de las tendencias en el comportamiento de la i-generation, centennials o zoomers (les ha tocado usar mucho zoom, pobres…).

Ser uno más

Nunca los trates como números o como meros espectadores. Necesitan que valores todo su potencial. Que descubras todo lo grande que están realizando incluso a través de ese celular al que dedican tantas de sus energías. Tienen una capacidad de comunicación y una potencia creativa inigualables[4]. Buscan su identidad con pasión, quieren distinguirse en un mundo que trata de ideologizarlos con marcas, clichés y banderas políticas. Ellos no se quedan callados[5] pues saben que son mejores en muchas cosas especialmente en el uso de la tecnología y en mostrar su opinión públicamente[6]. Buscan la verdad con una sed ejemplar y no se conformaran con “hacer lo que siempre se ha hecho”. Son capaces de reinventar la forma en que nos relacionamos, en el mundo laboral impregnan un sentido más trascendente.

Ser perfectos

Ellos prefieren ser vulnerables, lo más normal es encontrarte con publicaciones en las redes sociales en donde comparten sus tristezas y angustias[7]. Y si tú tratas de ser “Don perfecto”… lo más probable es que les causes rechazo pues saben muy bien que todos tenemos nuestras fallas y momentos difíciles. Sospecharán que no eres auténtico ni transparente. Ellos aman avanzar con un mundo que puede defraudarles pero siguen creyendo en que se puede reconstruir con valores, con conciencia ecológica y con Dios.

La lentitud

Quieren ir rápido, lograr resultados. Necesitan que les transmitas la paciencia de los procesos que dan frutos a largo plazo. Como están acostumbrados a la gratificación inmediata de los medios digitales[8] agradecerán que les enseñes a esperar, a disciplinarse en el trabajo esforzado. ¡Tu ejemplo es muy importante para ellos! Dales retroalimentación corta pero frecuente, busca felicitarlos por su esfuerzo pero también enséñales a buscar y a celebrar resultados concretos. Si tienen clara la misión y las expectativas sobre ellos te pueden sorprender con los resultados. No quieras que se queden “esperando su turno” en la historia pues ellos son el ahora de Dios como les animó el Papa Francisco[9]. Tienen prisa de ser los protagonistas, déjales aportar toda su velocidad y creatividad al tiempo que les integras en la siembra profunda.

La hipocresía

Tener jerarquías y estructuras verticales saca a la generación Z de quicio y más cuando son rígidas y deshonestas. Ellos aman la honestidad, la flexibilidad, la autoridad distribuida en funciones y la corresponsabilidad[10]. Tienen un sexto sentido para detectar grietas en la autoridad en especial cuando perciben intereses personales, abusos o imposiciones sin razón[11]. Aman la autoridad como servicio al estilo de lo que nos enseña Jesucristo: “Si yo el maestro os he lavado los pies, también vosotros debeis lavaros los pies los unos a los otros” (Jn 13, 14) y “El que quiera ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9, 35). Hay que orientarles más como un papá que como un maestro o un emperador. No les trates de engañar pues son la generación más perspicaz que ha existido. Buscan vivir en la verdad y lo exigen.

La soledad

Cuando eran niños estuvieron solos pues sus papás trabajaban (los dos trabajaban) o tenían otras cosas que hacer…, cuando eran adolescentes también se sintieron sin tiempo libre para socializar pues los inscribieron a tantas actividades extracurriculares que vivieron bajo constante presión, y cuando llegó la pandemia les quitaron sus amigos con una larga cuarentena[12].

¡No quieren más soledad delante de una pantalla! Invítalos a salir, ofréceles experiencias de vida, dales tiempo libre para desarrollar su creatividad, confía en ellos para que vayan superando su inseguridad[13]. Lo que más les ayuda a desarrollarse son las relaciones sociales, ayúdales a ir reconstruyendo este tesoro de amar y ser amados[14]. De dar y recibir aunque a veces implique salir herido para poder vivir amando.

¡Qué gran generación! Son diferentes a los millennials pues han tenido una maduración especial por este cambio de época. No busques cambiarlos, mejor cambia tu forma de verlos y de potenciar todas sus cualidades.

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