Quizá no lo vemos, es cierto: se ha escondido bien detrás del pan y el vino. Pero es Él…
Por H. Luis Eduardo Rodríguez, L.C.
“Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».”
(Mt 28,16-20 / Ascensión del Señor B)
Hay muchas cosas que nos dan miedo: las alturas, hablar en público, las arañas… Depende de cada quien: lo que le da miedo a uno, puede fascinarle a alguien más. Pero hay un miedo que todos compartimos, en el fondo de nuestro corazón: estar solos. Quizá a todos nos gusta tener un tiempo para nosotros mismos, quien más, quien menos, pero todos necesitamos compañía, cariño, amor. Se llama “ser humano”. Viene con el paquete.
Quizá por eso me encanta Scared To Be Lonely, de Martin Garrix y Dua Lipa… quizá por eso le encanta a tantas personas más. No sólo tiene buen ritmo: nos toca una cuerda en nuestro interior, en lo profundo del corazón. Todos llevamos ese mismo miedo. ¿Cuántas veces no nos ha importado que nos molesten los “amigos”, que nos use “el novio/la novia”, que nos humillen nuestros “compañeros” de trabajo? Y tantas veces permitimos todo esto por un solo motivo: preferimos que nos hablen mal, a que no nos hablen; preferimos que nos vean con desprecio, a que no nos vean; preferimos que nuestra existencia sea miserable, a no existir.
Pero ese no es el camino correcto, el camino saludable… Hace dos mil años, un hombre nos dijo que Él era el Camino… el Verdadero Camino para vivir la Vida (Jn 14,6). Este hombre no era un hombre cualquiera: también era Dios. Y nos dijo también algo más: “¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo! (Mc 6,50) Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos (Mt 28,20).” Y aunque se fue al cielo, así lo ha hecho: Él se ha quedado con nosotros todos los días… y seguirá entre nosotros hasta el final de los tiempos. Quizá no lo vemos, es cierto: se ha escondido bien detrás del pan y el vino. Pero es Él… y está allí, como lo prometió. No tengamos miedo: nunca estamos solos, porque Él siempre está con nosotros.