Los mandamientos de Dios son una expresión del amor de Dios por nosotros, y obedecerlos es la mayor expresión de nuestro amor por Él.
Por Maleni Grider
Hay muchas formas de violar este mandamiento. Algunas de ellas son sutiles. De hecho, en el mundo actual tenemos una frase muy conocida: “Oh, my God!” (O su peor derivación: “Oh, my Gosh!”) Y claro, en español también: “¡Jesús bendito!”, o “¡Dios mío!”. Cuando las usamos en un caso de verdadera importancia, o una situación difícil o peligrosa, con clamor genuino hacia Dios, es correcto utilizarlas, pero cuando lo hacemos sin conciencia alguna, lejos de toda reverencia, sólo como una expresión emocional (incluso a veces sarcástica), entonces estamos utilizando el nombre de Dios en vano.
Asimismo, cuando prometemos o intentamos convencer a alguien de nuestra veracidad diciendo: “¡Por Dios que sí!”, o cuando mentimos utilizando el nombre de Dios, no hay duda ni justificación: estamos utilizando el nombre de Dios en vano.
Si vamos más lejos, existen grupos religiosos radicales que son capaces de atacar a otros seres humanos por pensar diferente, o por sus creencias, o inclusive pueden llegar a asesinar en nombre de Dios. El Dios de la Biblia es un Dios que no ordenaría matar a nadie hoy en día, luego de que Jesús murió para traer salvación y para establecer el reino del amor en la tierra, a través de su mensaje de redención.
Por supuesto, el usar el nombre de Dios para blasfemar contra Él o contra su Iglesia es la forma extrema de violar el segundo mandamiento. Tanto en la doctrina cristiana como en la religión judía, el nombre de Dios se considera por demás sagrado, de tal manera que usarlo a la ligera constituye un gran pecado. Tanto cuando se usa el nombre de Dios, como cuando se usa el nombre de Cristo o del Espíritu Santo, la violación es igual de grave, dado que los tres son uno.
Los mandamientos de Dios son una expresión del amor de Dios por nosotros, y obedecerlos es la mayor expresión de nuestro amor por Él. Así que, al no tomar el nombre de Dios en vano estamos en buen camino de obedecer el resto de los mandamientos. El nombre de Dios es tan alto y poderoso que, incluso cuando algunas personas lo utilizan en forma incorrecta, en ocasiones obtienen resultados asombrosos, por la gran misericordia de Dios.
Sin embargo, es sabio tomar muy en serio los mandamientos de Dios y respetar su nombre. En realidad, debemos temer el usarlo en vano, pues quizá no podamos escapar de un castigo mayor. Los mandamientos son límites que Dios ha puesto para nosotros, y no podemos violarlos sin esperar una repercusión negativa.
Meditemos en esto y pensemos dos veces antes de usar a la ligera el nombre de Dios. Cuando queramos expresar emociones agudas, busquemos palabras que no ofendan a nuestro Señor y Padre celestial, a quien debemos reverencia y adoración inexcusable.