Por: José R. Valencia, L.C.
Hay un estudio interesante sobre la libertad (Schwartz, 2000). Está comprobado que conforme tenemos más opciones para elegir más nos sentimos perdidos. Como cuando uno va por un café a Starbucks y te ofrecen demasiadas opciones de leche, de sabores, etc. Head & Shoulder’s tuvo pérdidas al haber ofrecido una amplia gama de champús que confundieron a sus consumidores y provocaron que compraran marcas más sencillas. Algo así sucede también en nuestras vidas cuando hay un exceso de libertad, de opciones, de autonomía. Nos sentimos perdidos, infelices. De acuerdo con la teoría de elección racional las tradiciones, los valores y las obligaciones nos dan un marco de referencia por dónde caminar y nos limitan esa libertad que no nos hace sentir bien. Necesitamos ese marco, una libertad de excelencia que se base en valores y virtudes. Ahora te quiero compartir las tres etapas para alcanzar una libertad para la excelencia que nos haga superar la tiranía de una libertad excesiva.
- Disciplina
Lo primero es crecer en disciplina aunque no esté de moda. Todo lo que ayude a que seamos dueños de nuestro propio destino y no esclavos de las pasiones, sentimientos, orgullo u otros tantos espejismos. El hombre es mucho más que instintos y estados de ánimo. El hombre es libre para ser excelente. En esta etapa hay que luchar o purgar todo lo que nos lleve a ofender a Dios, a los demás o a nosotros mismos. Es la etapa de luchar contra el pecado grave. Es la etapa de buscar mantener una alianza con Dios. En las tablas de la ley, los diez mandamientos son guardianes de esta alianza. No son una serie de prohibiciones sino una serie de consejos para aquellos que quieren guardar la alianza. Vivir los diez mandamientos requiere de disciplina, de reglas, de autodominio. Es necesario empezar por este camino de conquista personal para poder después conquistar el mundo.
- Virtud
Lo segundo es crecer en la virtud. La virtud son actos performativos, actos que nos definen a base de repeticiones que se cristalizan en hábitos. La virtud consiste en lograr un equilibrio pues nos podemos equivocar tanto en exceso como en defecto de esfuerzo. Todo con medida. Por ejemplo, la templanza es una virtud que nos ayuda a unificar nuestras tendencias hacia una unidad. Es esa fuerza con la cual nos moderamos. En el caso del estudio si nos moderamos demasiado seremos solamente curiosos, pero sin profundizar en nada, si nos pasamos de estudiosos seremos demasiado cavilosos, o quisquillosos con todo lo que conocemos. El justo medio es la clave de la excelencia. En el caso de la pureza sucede lo mismo, podemos ser escrupulosos y en todo ver al demonio o podemos ser laxos y convertirnos en esclavos de la lujuria. La excelencia estará en aplicar la templanza con moderación.
Cuando trabajamos en la virtud debemos tener presente la necesidad de interiorizar la disciplina, las normas, la ley. El hacer las cosas con amor y por amor nos harán superar la etapa anterior y evitar el peligro de cumplir por cumplir. Nos ayudará mucho contemplar a Cristo como modelo de virtud y así evitar excesos en ambos sentidos. En esta vida no sólo hay blanco y negro, también hay grises e incluso otros colores. Las virtudes son como joyas que podemos ir coleccionando para poner nuestra personalidad al servicio de los tres llamados. Las virtudes irán creando una personalidad de acero y evitando que seamos como un muñeco de plastilina a la deriva de gustos y espejismos que nos presenta nuestra sociedad. ¿por dónde empezar? Encuentra tu peor defecto, haz un programa y enfócate a trabajar en uno solo. Te pueden ayudar las tablas de las virtudes cardinales o de los pecados capitales. En esta fase que algunos llaman iluminativa, la acción del Espíritu Santo se empieza a notar. Como ya no hay tantos pecados graves, el Espíritu puede enviar sus dones. Ya no avanzamos, ¡corremos! Estarás cosechando los primeros frutos de tu trabajo y muchos regalos por parte de Dios. Te darás cuenta de que no estás solo y de que Cristo te acompaña. Es el momento de dar un salto cualitativo en tu formación. Ya no se trata de cumplir los diez mandamientos solamente si no de abrirte al horizonte de las bienaventuranzas. ¡Serán dichosos, bienaventurados! Lánzate a la santidad de ser puro, pobre de espíritu, manso, luchador de la justicia, apóstol.
- Libertad para la excelencia
El tercer nivel (Garrigou-Lagrange, 1947) es para las almas grandes y para aquellos que alcanzan la madurez. Es el tiempo de la creatividad del amor, del hombre nuevo. Es vivir para los demás aceptando sus limitaciones y ayudándoles a descubrir a Cristo (Pinckaers, 1995). En esta etapa los detalles de amor importan y la acción de los dones espirituales fluye con naturalidad a través de la oración y los sacramentos. Es la etapa del abandono en las manos de Dios y de la confianza. Es la etapa de llevar a plenitud las tres vocaciones del ser humano. De vivir bajo la nueva ley del amor que es la unión con Cristo. Es vivir con un sentido la misión de nuestra vida. Avanzar por el tiempo con sentido de eternidad, con la sencillez y la humildad de quien busca agradar a Dios. Quien acepta que quien ama, vuela. En esta etapa se deja atrás la indiferencia y se vive de la lucha por la excelencia. No se debe de tener miedo a vivir de ideas o a ser tachado de idealista. En realidad nadie sigue una idea, seguimos a la persona de Jesucristo con toda su libertad y exigencia.
Te dejo entonces este sencillo esquema, no he querido complicar las cosas pues la verdad debe mantenerse simple para que ilumine con transparencia (Pope Francis, 2013). Sobre estos esquemas podré ofrecerte algunas consideraciones más en los siguientes artículos.
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Referencias
Garrigou-Lagrange, R. (1947). The three ages of the interior life : prelude of eternal life. St. Louis: B. Herder Book Co.
Pinckaers, S. (1995). The sources of Christian ethics. Washington D.C.: Catholic University of America Press. Retrieved from https://www.worldcat.org/title/sources-of-christian-ethics/oclc/30736549
Pope Francis. (2013). Evangelii Gaudium : Apostolic Exhortation on the Proclamation of the Gospel in Today’s World (24 November 2013) | Francis. Retrieved September 27, 2019, from http://w2.vatican.va/content/francesco/en/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html
Schwartz, B. (2000). Self-determination: The tyranny of freedom. American Psychologist, 55(1), 79–88. https://doi.org/10.1037/0003-066X.55.1.79
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