Por P. José R. Valencia, L.C.
La inteligencia artificial seguirá empujando a la humanidad a una nueva era como una aliada de la inteligencia humana. Tal vez con el tiempo le llamaremos más bien inteligencia tecnológica pues nos habituaremos a su uso. Por otro lado, la capacidad que tenemos de ser nosotros mismos, de definirmos claramente, de lograr una integridad entre lo que queremos ser y lo que somos, se llama madurez. ¿Cómo enfrentar la madurez “artificial” o “retrasada” en algunos jóvenes? ¿Debemos simplemente habituarnos a una madurez emocional así?
Se ha dicho mucho sobre los “papás helicóptero”[1], que como si fueran un dron volando sobre sus hijos, no pueden dejar de supervisar y controlar. Esta omnipresencia de los papás es uno de los factores que han frenado la maduración de la Generación Z. En mi artículo pasado expliqué como esta madurez “artificial” se puede convertir en una droga “para no enfrentar consecuencias” que afecta el proceso normal de crecimiento integral de un joven. En realidad detrás de este deseo paternal de determinarlo todo, hay una forma de ser papás, o maestros, que construye un estilo de educar basado en el miedo. Una educación casi paranóica por subrayar más los peligros que todo el potencial que hay en un joven. En el fondo es una actitud un tanto pesimista que no hace más que desacreditar o temer por el futuro de los jóvenes.
Los educadores deberíamos enseñar más a resolver problemas que a evitarlos, a dar soluciones, a buscar el cambio. El miedo no hace más que paralizar y provocar una generación de víctimas. ¡Queremos protagonistas! Sepamos soltar y confiar más.
Siempre es fácil señalar lo que está mal. Por ello quiero ofrecer algunas recomendaciones para papás, educadores y para ti joven que has decidido tomar las riendas de tu vida como protagonista.
Conviértete (o enséñale, si eres educador) en un explorador, un buscador de experiencias que te formen, emprende proyectos, sueña, lánzate sabiendo que te vas equivocar en algunas cosas[2]. Busca enfrentar las consecuencias de tus actos con aplomo y humildad. Nadie te pide ser perfecto, sigue adelante.
¿Sabías que está probado que las expectativas que tienes sobre ti mismo y sobre los demás casi siempre influyen en el resultado?[3] Por ello aprende a apuntar más alto, no te conformes con medianías. Evita vivir a expensas de tus miedos.
La madurez implica participar, tener la iniciativa para comprometerte en experiencias reales y no sólo virtuales. Implica a aprender a dirigir y no sólo a esperar que sucedan las cosas. Saber producir en un mundo que te empuja sólo a consumir. Ser un generador de ideas, de proyectos, de cambio positivo.
Y recuerda que no estás sólo, hazlo con la ayuda de otros: “si quieres llegar rápido corre solo, si quieres llegar lejos, corre acompañado”… Hay personas cerca de ti, que te apoyarán si les pides y se los permites. En especial cuentas con Jesucristo y María que literal dan la vida por ti en cada Eucaristía, en cada confesión, en cada acto que realizar con amor y por amor.
Un último consejo. Ten presente que para decir que sí (a algo), tendrás que aprender a decir que no a muchas cosas. Sólo madura el que se decide, el que sabe optar, renunciar en base sus prioridades. Encuentra cuáles son las tuyas y decídete a aplicar ese hombre maduro e íntegro.
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Consulta más artículos sobre el Padre José Valencia en este link.
[1] https://businessinsider.mx/generacion-z-solitaria-parte-familia_estrategia/
[2] https://thehill.com/opinion/campaign/597121-five-myths-about-generation-z?rl=1
[3] Elmore, Tim & McPeak, Andrew (2019). Generation Z Unfiltered: Facing Nine Hidden Challenges of
the Most Anxious Population.
