Por: P. José Valencia, L.C.
El Papa Francisco nos ha recordado la necesidad de que la Iglesia se transforme en una Iglesia misionera con formas nuevas, hermosas y atractivas[1]. Hay formas que si bien existen desde siglos siguen renovándose como es el caso de la dirección espiritual que continua integrando elementos de la psicología, el acompañamiento y la espiritualidad.
En mi trabajo con jóvenes he podido palpar el inmenso valor de la práctica asidua y profunda de la dirección espiritual impulsada por la Iglesia a ejemplo de Jesús, el Maestro, que enseñaba a sus discípulos a quienes consideró sus amigos pues habían aprendido sus enseñanzas (Jn 15, 14). He podido palpar como a través de ese diálogo sencillo y lleno de fe, el Espíritu Santo derrama sus dones tanto en el director como en el dirigido para poder avanzar hacia la plenitud en el amor. Es en la atenta escucha de la voluntad de Dios, en dónde se perciben las inspiraciones divinas de Jesús para poder formar al hombre interior.
Desde que el Señor me invitó a colaborar con Él en este camino de escucha, me ha cautivado el misterio de cómo Dios se va manifestando tanto en el director como en el dirigido. Ambos escuchan a Dios con fe y humildad.
¿Cómo surgió está práctica en la Iglesia?
Jesucristo continuó la tradición judía que establecía una relación confiada entre el maestro (rabí) y el discípulo. Jesús también optó por formar a sus apóstoles de forma personal y dedicada (Mc 9, 30). San Pablo de igual forma, tuvo una relación de padre-hijo espiritual con sus “hijitos” en el nacimiento de la Iglesia primitiva (Gal 4, 19). Siglos después, en el monacato se institucionalizará la práctica de la dirección espiritual como algo esencial para progresar por el camino de santificación personal. En la actualidad, la dirección espiritual es sugerida para todo bautizado que quiera avanzar sólidamente por los caminos del espíritu y del discipulado[2]. “Es un beneficio grande para la Iglesia en el tiempo presente” como nos recomienda la Congregación para el Clero[3].
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Invito a que retomemos un renovado impulso misionero[4] a través del acompañamiento personal que va permitiendo que las almas se vuelvan dóciles a la acción del Espíritu y más sólidas en su psicología. En mi libro “¡Resucítame en los demás!, modelo integral de dirección espiritual” disponible en amazon, puedes encontrar herramientas válidas para preparar mejor tu dirección espiritual y llevarla a otro nivel como explico en mi artículo anterior.
Que la dirección espiritual forje nuevas mujeres y hombres santos, que te ayude a dejarte guiar. Cristo suele usar intermediarios para guiarnos como Ananías con San Pablo (Hech 9,10), como San Pedro con los apóstoles (Mt 16,18), como el ángel con la virgen María (Lc 1, 26). ¿Porqué no lo haría contigo? Nadie es buen juez de su propia causa, siempre nos ayuda una mirada externa llena de amor, ternura y exigencia que nos impulse a ser la mejor versión posible de nosotros mismos. Un coach espiritual y humano que nos ayude a discernir la presencia de Dios en nuestras vidas. ¿Tienes dirección espiritual mensual? Considérate en el mejor de los caminos para seguir creciendo en la forja de tu personalidad hacia la santidad.
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[1] Francis, “Evangelii Gaudium : Apostolic Exhortation on the Proclamation of the Gospel in Today’s World (24 November 2013),” para. 34.
[2] Francis, “Gaudete et Exsultate: Apostolic Exhortation on the Call to Holiness in Today’s World,” para. 110.
[3] Congregation for the Clergy, “Directory on the Ministry and Life of Priests,” para. 73.
[4] Francis, “Evangelii Gaudium : Apostolic Exhortation on the Proclamation of the Gospel in Today’s World (24 November 2013).”