Presidida por Monseñor Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey, esta solemne Eucaristía fue el punto de partida para más de mil misioneros provenientes de todas las localidades de Nuevo León.
Con el altar lleno de sacerdotes—cerca de 20 Legionarios de Cristo concelebraron la misa—y los bancos colmados de rostros jóvenes, familias, consagrados y laicos comprometidos, Monseñor Rogelio proclamó un mensaje lleno de vida y verdad, recordando a cada misionero que ha sido enviado por la Iglesia, no como un acto voluntario, sino como un llamado profundo grabado en el alma desde el bautismo.
“Cada uno ha sido constituido misionero por el bautismo. Vayan a compartir el gozo de la fe desde su experiencia de vida, como lo hizo María…, con alegría, con humildad, con fe viva”. Mons. Rogelio Cabrera López.
Su voz resonó como un eco del corazón de Cristo, recordando que la misión no es solamente una actividad externa, sino una experiencia interior de encuentro con Dios y con los hermanos. El misionero no es quien habla de Dios, sino quien lo lleva vivo en su mirada, en sus gestos, en su ternura y en su alegría.
“Ustedes van a vivir una experiencia de vida fraterna. A mirar a los demás como hermanos y como amigos. A llevar esperanza donde hay cansancio, y luz donde hay oscuridad”. Mons. Rogelio Cabrera López.
Al concluir la misa, el templo vibró con emoción. Como si el cielo mismo se abriera sobre la Catedral, el Arzobispo pronunció con fuerza: “¡Cristo Rey Nuestro!”, a lo que toda la asamblea respondió con pasión: “¡Venga tu Reino!”. Fue el grito de guerra espiritual de una Iglesia viva, que no se encierra entre muros, sino que sale decidida a evangelizar, a abrazar, a levantar al caído y a encender corazones.
Hoy, más de mil misioneros han sido enviados. Pero esta Megamisión es también un llamado a ti, que lees estas líneas. El mundo necesita manos que sanen, voces que proclamen, corazones que ardan por Cristo.
¡Tú también estás llamado a ser misionero! En tu familia, en tu trabajo, en tu escuela, en tu comunidad…, no te guardes la fe, ¡compártela!
La Megamisión 2025 ha comenzado. ¿Y tú también quieres ser santo?
