La celebración eucarística estuvo a cargo del P. Luis Rodrigo Núñez, L.C., quien junto a catorce sacerdotes invitó a los participantes a buscar a Jesús en la vida cotidiana y a ser la encarnación de sus enseñanzas.
Entre cantos de júbilo y con el corazón ardiente , los misioneros fueron animados por el P. Nivardo Quezada, L.C., quien en su homilía les pidió continuar su trabajo, enfatizando la importancia de la unidad y la fuerza colectiva para superar el miedo y la duda.

En su homilía, el P. Nivardo reflexionó sobre la visita de María Magdalena a la tumba de Jesús, destacando su valentía y amor a pesar de la oscuridad y la duda en su corazón. Sus acciones simbolizan el amanecer de una nueva era y el nacimiento de la fe, al encontrar la tumba vacía, indicando la resurrección.
La importancia de la tumba vacía y los pequeños signos que indican la resurrección, guardan diversos paralelismos con los desafíos sociales actuales, enfatizando la importancia de la esperanza y la fe para superar la oscuridad.

Destacó asimismo la importancia de la comunidad y la fuerza colectiva en el trabajo misionero. Enfatizó el papel de los misioneros como barreras contra el miedo y como fuentes de esperanza y luz.
Hizo un llamado a un compromiso renovado con la misión, y concluyó con una invitación a la acción para que los misioneros continúen su trabajo con renovado vigor y fe y les encomendó la tarea de recuperar a aquellos que se han desviado de la misión.