Los hermanos novicios Legionarios de Cristo de primer año concluyeron su mes de trabajo en un rancho en Piedras Negras, una experiencia que se llevó a cabo del 10 de abril al 5 de mayo.
Este tiempo dedicado al trabajo en el campo no solo les permitió fortalecer su unión con Dios a través de la oración, sino que también fomentó la convivencia fraterna y el desarrollo de importantes virtudes.
Durante este periodo, los novicios se sumergieron en las tareas agrícolas diarias, una actividad que les brindó una oportunidad única para practicar la solidaridad, la voluntad y el esfuerzo. La vida en el campo, con sus desafíos y recompensas, ofreció a los novicios un entorno propicio para el crecimiento espiritual y personal.
La experiencia en Piedras Negras fue diseñada para ayudar a los novicios a integrar la oración y el trabajo, y en este ambiente, pudieron profundizar su relación con Dios mientras colaboraban en las tareas del rancho, compartiendo responsabilidades y apoyándose mutuamente.
“Este mes de trabajo fue muy especial para mí porque pude encontrarme con Dios no solo en el contexto en el que estoy acostumbrado, no solo en la capilla y en la eucaristía, sino también en cada uno de mis hermanos, en el trabajo, en la frustración, en las alegrías, en el cansancio. Hubo momentos en los que estábamos tan cansados que todo lo que nos quedaba era hablar con Dios de una manera sencilla”.
H. José Contreras, L.C.
Además de las labores agrícolas, los novicios participaron en momentos de reflexión y oración comunitaria, fortaleciendo sus lazos fraternales y su compromiso con la vida religiosa. Las jornadas de trabajo en el campo se convirtieron en una escuela de virtudes, donde la solidaridad se practicó diariamente y el esfuerzo personal se vio recompensado con la satisfacción del trabajo bien hecho.
Al finalizar este mes de trabajo, los hermanos novicios regresan a sus actividades cotidianas, con una experiencia enriquecedora que ha dejado una huella significativa en su formación. Este tiempo en Piedras Negras no solo les ha permitido crecer en su fe, sino que también les ha enseñado valiosas lecciones sobre la importancia del esfuerzo, la colaboración y el servicio a los demás.
La experiencia en el rancho será, sin duda, un recuerdo imborrable en el camino de formación de estos jóvenes, quienes continúan su preparación para servir con dedicación y amor en su vocación religiosa.
“Este mes de trabajo ha sido una gran experiencia. Creo que ninguno de nosotros como hermanos regresamos igual a nuestra vida diaria. Hemos crecido en lo humano, en lo espiritual y como comunidad. Ha sido una experiencia donde hemos encontrado a Dios a través de otro lenguaje, que es el lenguaje del trabajo”.
H. Juan Manuel Pantoja, L.C.