Santa Inés nació cerca del año 290, recibió educación cristiana y se consagró a Cristo con voto de virginidad. Murió mártir a los 12 años, ante la mirada atónita de quienes presenciaron su muerte, asombrados de que a tan corta edad pudiera ser tan valerosa mártir.
Llevada contra su voluntad ante el altar de los ídolos, levantó sus manos orando y haciendo el signo de la cruz, señal de la victoria de Cristo, diciendo:
“La esposa injuria a su esposo si acepta el amor de otros pretendientes. Únicamente será mi esposo el que primero me eligió: Jesucristo.”
Santa Inés.
La gente admiraba la generosidad con la cual brindaba al Señor una vida que apenas estaba empezando a vivir.
Una devoción muy bella es el rezo de la novena a Santa Inés pidiéndole gracias especiales a través de la siguiente jaculatoria:
“Alcánzame, gloriosa Inés, que me conserve puro y limpio en medio de los escándalos del mundo.”
San Ambrosio en una de sus homilías habló de Santa Inés: “He aquí dos triunfos a un mismo tiempo para una misma niña: la pureza y el martirio.”
Encomendémonos a esta joven mártir para que guíe nuestros corazones hacia una vivencia plena del seguimiento de Dios a través del Regnum Christi.