En punto de las 9 de la mañana dio inicio la celebración eucarística en la cual el rector de la Apostólica, el P. Luis Rebollo, L.C., se dirigió a los presentes.
“Estamos aquí reunidos recordando las palabras de Jesús, compartiendo como hermanos y viviendo un pedacito de cielo, alabando a Dios Nuestro Padre, invitándolo a nuestra vida. Cada Eucaristía es volver la mirada al cielo, renovar nuestra esperanza”.
P. Rebollo, L.C.
Por su parte, el P. Adolfo Güémez, L.C., inició su intervención puntualizando lo importante que es tener siempre presente que el alma es principio de vida y de sembrar vida en los demás, esa alma que junto con el cuerpo hace que cada mujer sea lo que es, da una belleza única e irrepetible.
“No hubo nadie como tú, no hay ni habrá nadie como tú, y si no puedes compararte con nadie, eso significa que no tienes precio, que tienes dignidad”.
P. Adolfo Güémez, L.C.
La dignidad no puede ser vendida, resaltó; pues no tiene punto de comparación y eso lo tenemos que abrazar, defender y hacer propio siempre.
Enseguida, compartió una reflexión acerca del cuerpo puntualizando que, siendo cada cuerpo único, cada persona tiene todos los elementos para poder hacer un aporte al mundo. La pregunta es si nos creemos capaces de esto.
En la medida en la que cada persona logra ser transparente, trabajar en sí misma para ser su mejor versión, sin intentar poner fachadas, imitar a otras o forzar su cuerpo, es ahí en la transparencia del ser, que va mejorando lo que cada una en realidad es.
El Padre Adolfo comentó varios testimonios de mujeres famosas que, a través de su espiritualidad y unión con Dios, lograron superar duras pruebas en sus vidas. Mujeres como Vanessa Bryant, Amada Rosa, Asia Bibi y Chiara Corbella, fueron las mencionadas y resaltó en todas ellas la fuerza de corazón que tiene una mujer convencida de Cristo, con la certeza puesta en el cielo.
Asimismo, compartió cuatro maneras para lograr una fortaleza similar a la de estas mujeres:
- Ofrecer una sonrisa que dé paz a los que la vean, sonreír da alegría a los demás.
- Las palabras bondadosas recomponen corazones. La belleza se puede transmitir a través de las palabras.
- El pensamiento intuitivo puede ayudarnos a darle mayor comprensión y amor a este mundo.
- Ser plenamente femenina y plenamente fuerte.
“No podemos vivir con miedos, debemos vivir con la esperanza puesta en Dios”, fue uno de los consejos que ofreció a las presentes y las invitó a convertirse en apóstoles de palabras positivas, de palabras bondadosas.
Asimismo, las invitó a imitar a la Virgen María pues en ella pueden encontrar lo que se necesita para aprender a ser mujeres fuertes y bellas y les recomendó que, cuando no sepan cómo actuar, qué hacer o qué decir, vuelvan con María, vuelvan con la Virgen y le pregunten qué haría ella en su lugar. De la misma manera, les aconsejó que cada vez que sientan poca autoestima, falta de apreciación o poca belleza, vuelvan al Salmo 139, “te alabo porque soy una creación admirable, tus obras son maravillosas y esto lo sé muy bien”.
Concluyó dirigiéndose a todas las participantes, recordándoles la misión hermosa y especial que tienen, y puntualizando que este mundo necesita mujeres bellas de verdad, mujeres que sean signos y sacramentos del amor de Dios, signo del amor y de la belleza de Dios.
“¿Qué guardas en tu corazón? La belleza de Dios. No te la guardes para ti misma”.
P. Adolfo Güémez, L.C.
Al terminar la conferencia, las asistentes pasaron a degustar un rico desayuno el cual fue servido por los alumnos del Centro Vocacional de Monterrey y al término del mismo, varios regalos fueron sorteados.