El arzobispo, al comenzar la misa, elevó una plegaria especial a Dios pidiendo por los futuros diáconos: “Que sean infatigables en el don de sí mismos, constantes en la oración, alegres y bondadosos en el ejercicio de su ministerio”.
La ceremonia estuvo llena de momentos significativos, comenzando con las lecturas. El salmo 23 resonó en el santuario: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”, capturando el espíritu de servicio y confianza en Dios que define el ministerio diaconal. La segunda lectura, de la carta de San Pablo a los Efesios, exhortó a los presentes a vivir con humildad y mantener la unidad del espíritu en el vínculo de la paz.
“No son ustedes quienes me han elegido, soy yo quien los ha elegido”
En el Evangelio de San Juan, las palabras de Jesús, “Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos”, subrayaron el sacrificio y la entrega que el diaconado exige. Después de la lectura, comenzó el rito de ordenación con los ocho jóvenes acercándose al altar, momento cargado de emoción y devoción.
Mons. Raúl Gómez, en su homilía, agradeció a Dios por la oportunidad de estar presente en un momento tan significativo para la vida de la Iglesia y de estos jóvenes. “Estos hermanos son fruto maduro para recibir el sacramento del orden”, afirmó el arzobispo, destacando la disposición de los nuevos diáconos para servir a la Iglesia y al pueblo de Dios.
“Sean misioneros de la esperanza”
Dirigiéndose directamente a los futuros diáconos, el arzobispo los instó a ser “misioneros del amor misericordioso”, y les recordó que, al igual que Jesús, deben ser reflejo de compasión y ternura: “Que su lema sea servir en todo y a todos en el amor de Jesús”, enfatizó. Además, les pidió estar siempre disponibles para el servicio, colaborando estrechamente con los presbíteros y los laicos.
El rito de ordenación continuó con la tradicional imposición de manos, símbolo del don del Espíritu Santo. Los jóvenes prometieron desempeñar su ministerio con humildad y amor, siendo fieles al Evangelio y a la tradición de la Iglesia.
Un compromiso para toda la vida
Tras la ordenación, los nuevos diáconos recibieron los ornamentos diaconales, la estola y la dalmática, como signo visible de su nueva misión en la Iglesia. Al recibir el Evangelio, escucharon las palabras: “Esfuérzate en creer lo que lees, enseñar lo que crees y vivir lo que enseñas”. La ceremonia culminó con los diáconos distribuyendo la comunión a sus familiares y amigos en largas filas que llenaron el Santuario.
Antes de finalizar, el P. Carlos Gutiérrez, L.C., director territorial de los Legionarios de Cristo en el Norte de México, en representación de la Legión de Cristo y del Regnum Christi, agradeció a Mons. Raúl Gómez por presidir la ceremonia. También expresó su gratitud a las familias de los nuevos diáconos por su apoyo incondicional.
Finalmente, el P. Giovanni Espinoza, L.C., en nombre de los recién ordenados, expresó su agradecimiento a los superiores, formadores, directores espirituales y sacerdotes que concelebraron la misa. Con emoción, deseó que su ministerio diaconal sea fiel reflejo de su entrega a Cristo y a su Iglesia.
Pidamos a Dios por estos jóvenes diáconos para que sea Él quien con su amor de Padre, los acompañe y llene de gracia para ejercer su ministerio.