En una ceremonia marcada por la solemnidad y la alegría, amigos y familiares fueron testigos del momento en que estas mujeres dieron un paso decisivo en su camino espiritual. La celebración eucarística, presidida por el P. Carlos Gutiérrez, L.C., director territorial de los Legionarios de Cristo del Territorio Norte de México, comenzó con una lectura del Profeta Isaías que resonó profundamente en el corazón de las candidatas: “No temas, porque tú eres de gran precio a mis ojos, eres valiosa y yo te amo”.
Durante su homilía, el P. Ignacio Buisán, L.C., recordó a Maëva, Natalia y Mónica que su vocación es un llamado misterioso de Dios, quien las ha elegido personalmente desde diferentes partes del mundo. “Él las llamó con sus historias, sus proyectos y sus familias. Las reunió en este lugar que ha sido su hogar durante los últimos años, y les dice hoy: ‘Tú me perteneces'”, expresó.
Las palabras del sacerdote resonaron con fuerza en la capilla, subrayando el compromiso que las jóvenes asumían. “Apoyen su vida consagrada en la roca de su fe: Él me ama, está conmigo y es fiel”, aconsejó el P. Buisán, recordándoles que la vocación es una aventura divina donde la verdadera libertad radica en seguir el llamado de Cristo, incluso cuando implica negarse a sí mismas y cargar con su cruz.
Las tres nuevas consagradas expresaron su alegría y gratitud por este paso tan significativo en sus vidas. Natalia, originaria de Chihuahua, compartió su emoción al sentirse “esposa de Cristo” y describió el momento de tomar el cáliz como una experiencia indescriptible. “Tener su sangre derramada por mí entre mis manos, tan sagrado y tan vivo, no se puede expresar con palabras”, dijo emocionada.
Por su parte, Maëva Mascle, originaria de Burdeos, Francia, se mostró profundamente feliz por “dar un paso más de entrega en su camino vocacional”. Aconsejó a quienes sientan la inquietud de seguir a Cristo a través de la vida consagrada que no tengan miedo. “Jesús me habló al corazón y me recordó que se entregó a mí desde la cruz, por lo que yo voy a seguirlo”, afirmó con convicción.
Mónica Ramírez, de Arandas, Jalisco, destacó la mezcla de gratitud y fragilidad que sintió ante el Señor durante la ceremonia. Para ella, la presencia de sus familiares fue un regalo, ya que “están viviendo la realidad del Regnum Christi a través de la vocación a la vida consagrada”.
La ceremonia culminó con una promesa: las tres mujeres, ahora consagradas, se dirigirán a nuevas comunidades para continuar su misión. Maëva y Mónica viajarán a Madrid, mientras que Natalia se instalará en Aguascalientes. En sus nuevos destinos, reforzarán el vínculo de paz y forjarán verdaderas amistades en Cristo.
En su mensaje final, el P. Carlos Gutiérrez, L.C., se dirigió a los papás de las recién consagradas para asegurarles que su confianza esté puesta en el rostro y la sonrisa de ellas pues lo que hablan sus labios es el amor de Cristo, que está presente y es el reflejo de la felicidad que emanan y comparten a sus familias, el gozo de saber que sus hijas van por el camino que Dios Nuestro Señor ha elegido para ellas.
El testimonio de estas mujeres es un recordatorio del profundo amor de Dios y del compromiso que exige la vida consagrada. Sus palabras y acciones reflejan una fe inquebrantable y un deseo ardiente de seguir a Cristo, inspirando a todos los presentes a reflexionar sobre su propia relación con Dios y su vocación en la vida.
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