El pasado  siete de abril, en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de la comunidad de Bokobá, en Yucatán, Quintana Roo, ocho parejas formalizaron su matrimonio ante la Iglesia Católica, impartiendo la bendición el Pbro. Cesar Amílcar Carrillo Gómez.

El formador de Evangelizadores de Tiempo Completo (ETC) de la sede Yucatán, José Carlos Moo Huchin, preparó durante seis meses a estas parejas, recibiendo una de ellas también la primera comunión.

A partir de este acontecimiento, estas parejas siguen perseverando en la misa dominical y en su comunión.

A continuación presentamos el testimonio de Emilio Azael Santos Sosa y Eduarda Hau Sánchez:

“Hace veinte años decidimos vivir en unión libre como muchas otras familias, sin casarnos por el civil y mucho menos por la Iglesia.

En aquel entonces teníamos muchos planes: tener nuestra casa, formar una familia, tener nuestros hijos y ser felices. Pero todo esto que planeamos, solamente lo estuvimos buscando con nuestro propio esfuerzo y al margen de Dios.

Después de cierto tiempo, nos dimos cuenta que mi esposa no se podía embarazar, entonces buscamos por todos los medios, tanto naturales como médicos, que ella lograra concebir un hijo, pero todo fue en vano, nuestros sueños se vinieron abajo.

Hoy nos damos cuenta que se nos olvidó lo más importante, la fe en nuestro Padre Dios; hasta llegamos a pensar que nos estaba castigando. Fue un periodo muy duro porque nos resistíamos a aceptar nuestra realidad y por supuesto que nos alejamos de Dios.

En el año 2013, el evangelizador Carlos Moo Huchin nos visitó para invitarnos a tomar los cursos de las parejas que viven en unión libre y que querían formalizar su matrimonio por la Iglesia. No aceptamos, porque pensamos que no habíamos superado muchas cosas.

En el 2016, el evangelizador nos visita una vez más para ofrecernos el mismo curso, pero nuevamente le dijimos que no.

Dios tiene muchos caminos y es muy paciente con nosotros. A principios del mes de septiembre de 2017 recibimos la visita de Carlos Moo, nos dijo que no perderíamos nada en prepararnos y, si en el transcurso de la formación no estábamos decididos, nos podíamos retirar.

Grande fue nuestra sorpresa, pues conforme avanzábamos en nuestra formación, nos convencíamos más de la importancia del sacramento del matrimonio y de cuánto nos habíamos perdido en el sacramento de la confesión, pero principalmente, de cuánto tiempo habíamos dejado pasar sin comulgar.

El siete de abril del presente año, recibimos el sacramento del matrimonio, junto con otras siete parejas más. No puedo describir con palabras la alegría, pero sobre todo, sentir de nueva cuenta el amor y la misericordia de Dios. Sentimos que se nos quitó un peso de encima, todo lo que traíamos durante veinte años.

Ahora ya vemos de otra manera la vida y nuestra relación como esposos, pero sobretodo de poder participar en la misa dominical y poder recibir a Jesucristo en la comunión.

Estamos muy agradecidos con nuestro Padre Dios por esta nueva oportunidad de avanzar en nuestra vida cristiana.

También estamos agradecidos con el evangelizador por no quitar el dedo del renglón de invitarnos constantemente. Dios nuestro Señor lo siga bendiciendo abundantemente.

No somos un matrimonio perfecto, pero con la ayuda de Jesús y de la Virgen Santísima, nuestra Madre, saldremos adelante testimoniando el amor de Dios.”