En la búsqueda de herramientas para apoyar la formación en valores, el Colegio San Patricio de Monterrey ha implementado el programa de COBU apoyado en el departamento de psicología de preescolar lidereado por Miss Angy Rivera y su equipo de diez psicólogas. Este programa ha representado el eje central de la autorregulación en los niños por varios años y durante la pandemia fue de gran apoyo para toda la comunidad que conforma la institución.
“Nosotras como psicólogas leemos el programa y lo interpretamos, pero la formación del docente es diferente, de mucha estructura. Entonces, le damos ese crecimiento al maestro y esa seguridad de que puede controlar emociones, los llevamos de la mano”.
Es un programa muy bondadoso para todos los elementos que lo integran, el programa de COBU ayuda a que la familia pueda sentir en la escuela, la continuidad de la formación y valores de casa. Al ser un colegio laico respetan las ideologías, creencias y religión de cada familia siendo una comunidad abierta y COBU los conecta al darle ese crecimiento personal al alumno.
“Son experiencias muy enriquecedoras para todos los que formamos parte de COBU”
Algo que experimentaron específicamente en la pandemia fue el llegar a través de la pantalla a las familias, reto que tuvieron todas las escuelas pero al tener el programa previo a pandemia con las mamás involucradas que trabajaban de manera presencial, lo que se logró fue hacerlo muy tangible para toda la comunidad al estar los niños teniendo su actividad en casa.
Descubrieron que en el nivel preescolar durante la clase de COBU, la atención de los niños era muchísimo mayor por lo que los papás se acercaban, lo veían, lo escuchaban, papás que a lo mejor no tuvieron esa oportunidad previo a la cuarentena, en pandemia pudieron sacarle ese provecho.
“En preescolar la figura de la psicóloga es la conexión con COBU, las ubican en el aspecto emocional, empodera mucho el área en apoyo a los alumnos”.
Las maestras realmente tienen el corazón en el programa, lo cual logra que lo transmitan de manera especial: hicieron uso de los materiales, decoraban su espacio, se convertía en su momento COBU, pues al niño se le ubicaba como si estuviera en el salón y esto le dio mucho valor. Compartieron con los papás las herramientas para sobrellevar la incertidumbre de la pandemia, hacían los ejercicios en casa, trabajaban la respiración con los niños, comenzaron a manejar el lenguaje propio del programa, logrando interiorizarlo en familia; lo supieron aprovechar y sacarle ese valor.
Terminando la pandemia, COBU se volvió su plataforma y les ayudó a sentar las bases en preescolar, nutriendo con los valores de autorregulación y autoconocimiento, para que cada niño fuera avanzando y llegara a primaria con un fuerte blindaje emocional.
Un caso que ha trascendido en el colegio fue cómo resolvieron un tema de amistad haciendo una intervención guiada a través de la escenificación de uno de los cuentos de COBU. De igual manera, apoyaron emocionalmente a uno de los alumnos quien sufrió el fallecimiento de su papá y fue en la clase de COBU donde sintió que era el mejor momento y su lugar seguro para compartir esa experiencia con su grupo, COBU propició ese espacio.
“En todas las áreas de la vida escolar, es nuestro as bajo la manga”.
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