Familias del RC de El Salvador viajan a Chiapas a ver al Papa
“Dios mandó a su Hijo al mundo en una familia. Dios entró al mundo por una familia y pudo hacerlo porque esa familia era una familia que tenía el corazón abierto al amor, que tenía las puertas abiertas al amor”. (Papa Francisco, Filadelfia, 26 de septiembre de 2015).
“El pasado 15 de febrero tuvimos la oportunidad de recibir el mejor regalo: ver al Papa Francisco en San Cristóbal de las Casas y la gracia de estar en una Misa con él.
Somos una pareja de recién casados, ambos miembros del Movimiento Regnum Christi, yo mexicana y mi esposo salvadoreño. Llevamos 2 meses de casados y vivir esta experiencia en el año de la Misericordia nos ayudó a hacer una pausa y volver a ver la necesidad de ser una pareja de Dios. Siempre hemos visto como una Diosidencia estar juntos y haber tenido la fortuna de encontrarnos en la vida para formar un matrimonio y en un futuro una familia.
Seguir los pasos del Papa en México y hacer lo que estuviera en nuestras manos para verlo, fue una invitación que quisimos tomar. De hecho, la noticia para la preparación de la peregrinación la recibimos estando en la luna de miel, y de hecho, fue lo único que atendimos, después nos desconectamos del mundo.
Valió la pena recorrer largas distancias en coche, salir desde El Salvador en caravana, hacer varias paradas, dormir en Tapachula y finalmente llegar a verlo al Centro Deportivo el lunes por la mañana. También fue increíble compartir experiencias con cada persona que formó parte de esta peregrinación, donde la mayoría de los integrantes eran familias del Colegio Highlands de El Salvador.
Todos compartíamos la misma ilusión de ver al Papa y sobre todo el mismo espíritu de familia. Tuvimos la gracia de contar con sacerdotes legionarios que nos acompañaron en todo momento y hasta celebraron una misa para nosotros.
En los preparativos para ver al Papa, tuvimos que madrugar para hacer filas, pero fue impresionante como todos se comprometieron a estar puntuales, incluso los niños más chiquitos y hasta un bebé de 9 meses (el más pequeño de nuestra peregrinación). Estando en la Misa, estuvimos rodeados de indígenas, a quiénes iba dedicada especialmente esta visita, esta homilía, esta Misa.
Cuando llegó el Papa, mi esposo y yo no parábamos de gritar, él me propuso cargarme para verlo mejor, justo el papamóvil se detuvo y fue ahí donde cargó a Natalia, una niña salvadoreña que recibió la bendición. Todos los que íbamos en el grupo sentimos que era una bendición para toda la peregrinación; no se pueden imaginar la alegría de sus papás y la emoción de la niña. Mientras me seguía cargando mi esposo y en lo que veíamos que abrazaba a Natalia, no parábamos de gritarle: ¡¡EL SALVADOR!!
Fue increíble la adrenalina, los padres que le acompañaban en el papamóvil sin duda ya nos habían visto y se reían un poco de nuestra intensidad, de repente parecía que el Papa nos había escuchado y volteó hacia donde estábamos, el mejor “eye contact” de nuestras vidas, y solo pude decirle: ¡QUÉ DIOS LO BENDIGA! por que mi intención era hacerle saber que estamos rezando por Él, como tanto nos ha pedido.
Es real, que todo el mundo quiere grabar ese momento para siempre, en la mente y el corazón o incluso en lo material, en fotos o en videos. Pero a veces de tanta emoción no es posible, como fue nuestro caso. No tomamos fotos encuadradas y el video lo dejamos de lado por estar gritando, pero eso era lo de menos, por la tarde nos encontramos con la sorpresa de que algún periodista había captado ese momento que nos marcó tanto.
Solo por ese segundo de verlo, escucharlo y recibir su bendición, valió la pena el viaje. ¡Tiene la mejor mirada, la mejor sonrisa y solo nos llenó de alegría y paz! ¡No pudimos haber regresado más felices y completos de este viaje!
Somos creyentes y pensamos que sí funciona “hacer lío” como bien dice el Papa y queremos poner de moda el catolicismo. Somos orgullosamente católicos y del Movimiento Regnum Christi y por estos medios es que hemos conocido a Dios. Nos alegramos de no haber dejado pasar esta oportunidad tan grande y de compartirla con gente tan valiosa.
Ese día, mi mexicana interior con corazón salvadoreño no dejaba de gritar. No me imagino compartiendo estos momentos con nadie más que con mi esposo, así que agradecemos a Dios por pensar en nosotros para vivir esto y por esta oportunidad y diosidencia.”