Con 43 colaboradoras de México, Guatemala y El Salvador y 39 colaboradores de México, Estados Unidos, Colombia, El Salvador, Polonia y Hungría; dieron inicio los cursillos de preparación que consisten en la primera fase de su año de servicio. El cursillo de colaboradoras se lleva a cabo en el Centro de Formación de las Consagradas en Monterrey y el de colaboradores, en Teotepec, Coahuila.

Durante cuatro semanas se preparan de manera integral en su formación espiritual, académica, doctrinal y humana para poder enfrentar la misión que se les designe en un apostolado y en un destino ya sea en México o en cualquier parte del mundo.

“Son cuatro semanas para formar un corazón de apóstol del Regnum Christi y de la Iglesia para servir ahí en donde les envíe.”
Montse Eguiluz.

Ser colaborador es uno de los programas más completos del Regnum Christi y quienes participan ponen pausa a sus estudios o trabajos por un año para dedicarse de lleno a trabajar para la Iglesia.

Dios hace maravillas en quienes atienden a este llamado, los forma en generosidad, disponibilidad y humanamente, aprendiendo a relacionarse con todo tipo de personas, aprenden a confiar mucho más en Dios y crecen en su relación con Él y con los demás, creciendo en su celo apostólico de manera especial. La mayoría de los colaboradores terminan siendo grandes formadores en las secciones a las que regresan.

“He visto como Dios transforma la vida de quien se presta a trabajar por Él como colaboradora”.
Montse Eguiluz, directora del programa de colaboradoras.

En el cursillo inicial para los varones, se han contemplado las prioridades de la Convención General pues se pretende que el programa de colaboradores apoye a los jóvenes a alcanzar la plenitud vocacional en su vida cristiana, así como ser una comunidad de apóstoles en salida. Cada uno sale de su realidad para formar comunidades en donde se les asigne.

“Estamos muy contentos de contar con jóvenes de tantos países que nos comparten su cultura y nos enriquecen creando una gran comunidad de apóstoles en salida”.
Ricardo Vélez, director del programa de colaboradores.

Algunos de los participantes comparten su testimonio.

“Yo sentí el llamado a participar en el cursillo cuando fui colaboradora ECYD en Colombia y a partir de ahí me involucré en bastantes apostolados y actividades de mi sección. Me ha encantado el cursillo, ya tengo muchas amigas y estoy lista para darle a Dios un poco de todo lo que he recibido”. Ana Lucía Hernández, Aguascalientes.

“Lo que me llamó a seguir a Cristo como colaboradora, fue un encuentro con Él y supe que quería darle lo mismo a alguien más para que se lo encontraran a Él así como lo hice yo. Estos días de cursillo han sido mucho de mirar hacia adentro de mí y darme cuenta de que se puede hacer algo para lograr un cambio”. Agustina Mosca, CDMX Poniente.

“Desde muy chica he tenido una gran amistad con Jesús y poco a poco he ido reforzando mi deseo de compartir esto que Él me dio con todos aquellos que no han tenido la oportunidad de conocerlo y este cursillo ha sido una experiencia única de aprender a compartir con los demás”. Romina de la Garza, Monterrey.

“Yo me sentí llamada en un momento de mi vida en el que no tenía claridad en mis planes y durante la misa de la Megamisión vi como pasaban los colaboradores llenos de alegría cristiana y me contagiaron ese entusiasmo de seguir a Cristo. Sentí el llamado a la entrega del amor de Dios y supe que yo quería estar aquí”. Constanza Spinoso, Veracruz.

“Sentí el llamado a ser colaboradora porque quería hacer algo por Jesús pero no sabía cómo, así que después de muchas horas de oración y de sentir inquietud supe que Dios lo había puesto en mi corazón y no hay deseo en tu corazón que Dios no lo haya puesto primero. Estos días de cursillo ha sido impresionante cómo Jesús se muestra en las personas, en lo ordinario, en la naturaleza y he podido comprobar lo mucho que me ama”. Sandy Payán, Aguascalientes.

“Mi llamado lo sentí en el retiro de responsables al inicio del año cuando llegó una reliquia de la cruz de Jesús y sentí una inmensa felicidad de haber sido llamada por mi nombre. Estos días de cursillo han sido increíbles, de mucho aprendizaje, me siento plena y agradecida”. María Rubio, Mérida.

“Desde siempre he sentido la necesidad de dar un poco más de mí y darle un año de tu vida a quien te lo ha dado todo es lo mínimo que puedo hacer. Tenía muchas expectativas de este cursillo y una a una se han ido cumpliendo” Yaya Talamas, Guadalajara Norte.

“El llamado a ser colaboradora es a través de hacer presente el Reino de Cristo en la juventud, siendo fiel testimonio de un Cristo que vive y nos quiere vivos dándole gloria a través de todo lo que hacemos, ser testimonio de su amor, que nos ama tal y como somos, únicos e irrepetibles. Dios me amó, luego me llamó y luego me envió, por eso estoy hoy aquí”. Any Monreal, Querétaro.

Encomendemos a estos jóvenes generosos para que Dios los siga acompañando en este camino que han decidido recorrer.