La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que tuvo lugar en Panamá del 22 al 27 de enero pasado, recibió a miles de jóvenes, entre ellos a 50 señoritas de preparatoria de varios colegios femeninos de la Red de Colegios Semper Altius.
La peregrinación fue organizada por la sección de señoritas de Reino de la localidad México Poniente y acompañadas por la consagrada Gabriela Mondragón y jóvenes universitarias, quienes participaron como responsables de grupo. Como parte de la preparación, se tuvieron previamente varias capacitaciones para concientizar sobre la actitud de peregrinos más que de turistas. El centro de la peregrinación fue el encuentro con Cristo y su mensaje en la voz del Papa Francisco.
En el evento de bienvenida, el grupo tuvo la oportunidad de estar en la valla recibiendo al Papa, lo que permitió verlo muy de cerca y generar una emoción indescriptible en cada una de las participantes.
[AFG_gallery id=’112′]El viernes 25 de enero rezaron con Su Santidad el Vía Crucis, en donde en cada estación se pedía por las necesidades de algún país. Esta dinámica ayudó a las niñas a comprender que Cristo sufre hoy en esas realidades.
El ambiente que se vivió en las calles y eventos era de alegría y sana amistad, así lo expresó Andrea Landeta: “La JMJ fue la mejor experiencia de mi vida. Ahí pude conocer a jóvenes de distintos contextos y culturas que compartían el mismo centro de mi vida: la fe en Dios. También tuve la oportunidad de acercarme a Dios y aumentar mi fe, ése fue el mejor regalo que pude haber obtenido”.
El grupo también visitó el festival de la Juventud y la Feria Vocacional donde fue muy impactante presenciar el número de confesiones. La noche de la Vigilia fue de lo más esperado por los asistentes ahí reunidos y aunque había muchas incomodidades, no fue obstáculo para un encuentro con Cristo en la Eucaristía, donde miles de jóvenes guardaron silencio en el segundo que se expuso el Santísimo.
La JMJ es un evento que vale la pena vivirlo al menos una vez en la vida, así lo expresó Fátima Alonso: “La JMJ fue una experiencia inigualable. Me acerqué más a Dios y a mi fe, pero también me abrió los ojos al mundo real y me di cuenta que hay mucha gente dispuesta a cambiarlo”.
