Un grupo de familias, liderado por el Padre Antonio Rodríguez, L.C., y la consagrada Fabiola Jiménez, respondió al llamado de la Virgen, emprendiendo un viaje espiritual para conocer y experimentar mejor su mensaje en algunos de los santuarios donde se ha aparecido.
La peregrinación comenzó en Portugal, con la Virgen de Fátima, coincidiendo con la celebración del 13 de junio y la fiesta de San Antonio. El viaje continuó en Ávila, luego con la Virgen de la Almudena en Madrid, la Virgen del Pilar en Zaragoza, la Virgen de Meritxell en Andorra, la Virgen de Montserrat en Barcelona, la Virgen de Lourdes en Francia, y concluyó en Medjugorje, Bosnia.
Cada día del peregrinaje se caracterizaba por una dinámica espiritual que incluía la celebración de la Eucaristía en el santuario visitado, el rezo del rosario comunitario, oraciones matutinas y una reflexión sobre el contenido de las apariciones marianas. Esta rutina no solo fortalecía la fe de los participantes, sino que también creaba un ambiente de unidad y reflexión profunda.
El grupo estaba compuesto por parejas, madres e hijas, hermanas y padres con hijas, lo que fomentó la creación de una comunidad muy unida, caracterizada por la confianza, el apoyo mutuo y el buen humor. Este ambiente permitió a los peregrinos compartir sus experiencias y fortalecerse mutuamente en su fe.
La culminación de la peregrinación en Medjugorje fue especialmente significativa. Allí, el grupo recibió un mensaje de la Virgen que dio sentido al camino recorrido y reafirmó su compromiso con la oración, el rezo del rosario y la unidad familiar: “Hijos míos, la paz está en peligro y la familia bajo ataque. Los invito, hijos míos: regresen a la oración en familia.” (Mensaje de la Virgen de Medjugorje, 25 de junio de 2024).
Esta peregrinación no solo fue un viaje, sino un recorrido espiritual que reforzó los lazos de fe y amor entre los participantes, dejándoles con un renovado compromiso hacia sus familias y el trabajo por la paz.