Para la Comunidad Anáhuac es ya una tradición realizar cada año la Peregrinación a la Basílica de Guadalupe. Un momento en que alumnos, autoridades universitarias, académicos, administrativos y amigos, se reúnen para llevar a la Morenita del Tepeyac sus peticiones y dar gracias por el año que empieza.
Vestidos con el característico color naranja de la Universidad Anáhuac México y con la Virgen de Guadalupe estampada en el corazón, los peregrinos del segundo templo mariano más visitado en el mundo, recorrieron el 28 de febrero, 1.9 km en medio de cantos y oraciones.
Fue un momento de celebración, un día de fiesta, en donde se vivió un ambiente de alegría. Con guitarras, la comunidad Anáhuac del Campus Norte y Sur, así como de la Universidad Anáhuac Puebla y Querétaro, amenizaron el recorrido sobre la Calzada de Guadalupe, acompañando todos con sus palmas los cantos.
Para la Dra. Sonia Barnetche Frías, vicerrectora Académica, más allá del aspecto académico y profesional, esta actividad es importante porque refuerza la tarea de la Anáhuac en la formación de personas íntegras.
Diego Gómez Luna, estudiante de la Maestría en Responsabilidad y originario de Bucaramanga, Colombia, es un sueño vivir la fe mexicana: “es increíble y vivencial. Es impresionante tener de cerca la Basílica y poder compartir este sentimiento con los jóvenes, profesores y administrativos”.
La peregrinación, a poco de haber iniciado ya contagiaba alegría y la expresión de fe; para Fátima del Real haber estado en la Basílica fue un momento para agradecer, de reconciliación y ofrecer todo su año. “Este tipo de eventos te recuerdan la fe que profesamos. Ser católica es vivir como vivió Jesús, es ayudar siempre al prójimo y buscar siempre el bien”, aseguró.
Al arribar al templo Mariano, los peregrinos participaron de la misa que fue oficiada por el P. Cipriano Sánchez, L.C., rector de la Universidad Anáhuac México, quien durante la homilía recordó que: “hemos vuelto como Comunidad Anáhuac, nuestros cuerpos han regresado, también deberían regresar nuestros corazones. Estamos aquí a los pies de nuestra señora. Traemos lo que nos duele, lo que nos cuesta, pero también le damos gracias por todas las cosas preciosas que hay en nuestra vida”.
Para Carolina Mejía, estudiante de Pedagogía, asistir a la Basílica es una tradición. “He venido desde primero de primaria y asistir cada año con la escuela es increíble. Es sacrificar un ratito de nuestro tiempo por todo lo que Jesús sacrificó por nosotros”. Su labor es animar a las personas, impulsarlas a seguir adelante durante la peregrinación. “Vienen de diferentes campus y eso no importa, aquí no importa tu historia ni nada, hoy es un día para celebrar, para estar juntos y demostrar todo el amor que tenemos entre nosotros, así como nos lo demostró la Virgen”, agregó.
En la Institución existen personas comprometidas con su fe como Arantza Carrillo (Licenciatura en Responsabilidad Social y Desarrollo Sustentable, gen. ’17) y directora local de Juventud y Familia Misionera, una joven nacida en Piedras Negras, Coahuila, a quienes sus padres le inculcaron desde pequeña la religión.
“Siempre estuve en escuelas católicas y mi familia fue quien me ayudó a fomentar e involucrarme con la familia misionera. Una vez al mes íbamos a un pueblito cerca de Piedras Negras”, compartió.
Según palabras de Arantza Carrillo, la Virgen de Guadalupe debería ser como un confidente, como una aliada. “La Virgen, como mujer, es un buen modelo a seguir, puedes aprender mucho de sus actitudes, de su silencio, de su paciencia, de su cariño. Es una mujer fuerte. Haber asistido a la peregrinación es una tradición, la gente le tiene cada vez más cariño a la Virgen viva que nos ve y nos cuida. Cada vez más la gente se va enamorando”. finalizó.