Tener que cancelar las actividades por el inicio de la crisis del COVID en México, dejó en él una inquietud muy profunda; sobre todo, el no poder asistir a las misiones de Semana Santa.
El cierre de los templos y la actividad presencial de los sacramentos fue algo que incrementó mucho esas inquietudes, pensando en aquellas personas que necesitaban de la confesión y de la Eucaristía, principalmente en los enfermos.
“Yo no me sentía cómodo resguardándome, protegiéndome para no contagiarme”.
Esa inquietud se encontró junto a la de otros sacerdotes de la diócesis que tuvieron la iniciativa de obtener los permisos necesarios para poder atender a los enfermos de COVID que comenzaban a incrementarse de manera acelerada.[/vc_column_text][vc_empty_space][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]
Los primeros días
[/vc_column_text][vc_empty_space][vc_column_text]Después de varias reuniones, obtuvieron la autorización para poder llevar los sacramentos a los hospitales de la ciudad y atender espiritualmente a los contagiados. El P. Ignacio Bello, L.C., fue otro de los sacerdotes de esa comunidad que se añadió al proyecto. Así, el equipo estaba formado y listo para su nueva misión.Habría que hacer un ejercicio de memoria para trasladarse a ese momento del 2020, donde se daban las noticias de los estragos que el nuevo virus estaba causando en otras partes del mundo, la poca información que se tenía, las imágenes de muerte y temor que se generaban a través de las redes sociales y los noticieros. Bajo este contexto, el grupo de sacerdotes se adentraban a un mundo desconocido.
Los sacerdotes fueron enviados a diferentes hospitales, el padre Luis Rodrigo y el padre Ignacio fueron asignados al Hospital Civil de Guadalajara. Durante los primeros días no tuvieron acceso al área COVID, por lo que el trabajo de atención se centró en los colaboradores del hospital.[/vc_column_text][vc_empty_space][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner content_placement=”middle”][vc_column_inner][vc_single_image image=”16903″ img_size=”large” alignment=”center”][vc_empty_space][/vc_column_inner][vc_column_inner][vc_column_text]Descubrieron la necesidad del personal médico, administrativo y de limpieza que también tenían miedo, arriesgaban su vida y estaban bajo mucha presión. Gracias a estos primeros días, los sacerdotes pudieron brindar consuelo y auxilio espiritual a un grupo de hombres y mujeres que eran la primera línea de atención a los enfermos.
Fue hasta la tercera semana cuando tuvieron el acceso al área de COVID.[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_empty_space][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]
Las historias en el área COVID
[/vc_column_text][vc_empty_space][vc_column_text]Hubo que acostumbrarse al uniforme, a la mascarilla, a los lentes, guantes y todo aquello que se portaba por primera vez. No era sencillo ver, hablar, ni escuchar a las personas y no era permitido quitarse ninguna parte de la indumentaria mientras se estaba en el área COVID.El padre Luis Rodrigo relata el encuentro que tuvo con un prisionero que habían trasladado del penal al hospital por salir positivo a la prueba, no presentaba síntomas y comentaba que se sentía en paz. El padre le ofreció la oportunidad de confesarse y el prisionero accedió. Realizó una confesión profunda de toda su vida y recibió la comunión.[/vc_column_text][vc_empty_space][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner content_placement=”middle”][vc_column_inner width=”1/2″][vc_single_image image=”16904″ img_size=”large” alignment=”center”][/vc_column_inner][vc_column_inner width=”1/2″][vc_column_text]Después de una larga charla, el prisionero compartió que solo le quedaban 3 años de condena y hacía el firme propósito de “portarse bien” y estar reconciliado con Dios.
Tuvo el encuentro con un hombre que se la pasaba insultando a toda persona que se le acercaba, maldecía y renegaba de su vida, evidenciando el odio y rencor que guardaba de forma arraigada y al parecer por muchos años.
El padre Luis Rodrigo decidió acercarse a él usando el tema del fútbol y la política, solo así puedo tener una conversación con el enfermo, no sin antes escuchar una serie de maldiciones.[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_empty_space][vc_column_text]Con tiempo, paciencia, pero sobre todo con la gracia de Dios; pudo llevarlo a la confesión y administrarle la unción de los enfermos. Al día siguiente el hombre partió a la casa del Padre.
Historias y encuentros se fueron desarrollando a través de los días, enfermos que recibían la unción y lograban recuperarse, otros que rechazaban este auxilio y que calaban en el corazón de los sacerdotes que no podían hacer algo más que ofrecer su sacrifico y oración para que estas personas alcanzaran la misericordia de Nuestro Señor.
Para algunos enfermos era suficiente encontrar consuelo y guía en un momento de miedo. La esperanza, la resurrección de Cristo, el cielo y la misericordia de Dios, tranquilizaba y producía paz en un momento de mucha incertidumbre.[/vc_column_text][vc_empty_space][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]
Un Regnum Christi en salida
[/vc_column_text][vc_empty_space][vc_column_text]Además de las dificultades que pudieran encontrar durante su labor en el hospital y con los enfermos, existían otros inconvenientes que se debían resolver.Antes de iniciar esta misión, el padre Luis Rodrigo habló con su mamá. Tenía que avisarle que por un tiempo no iba a poder tener contacto físico con ella y además avisarle que era probable que su vida estuviera en riesgo al entrar en contacto con enfermos de COVID.
El padre recibió una respuesta que le confirmó el paso que iba a dar. Su madre le dijo:
“¡Oye eres sacerdote! No te imagino en otro lado y si te contagias y si Dios te llama, estarás haciendo lo que el Señor te pidió”.
Esas palabras fueron importantes.
El padre Luis Rodrigo y el padre Ignacio tenían que encontrar la manera de no poner en riesgo a las personas cercanas. Uno de los miembros de la sección de señores del Regnum Cristi, les ofreció un espacio que rentaba y lo ofrecía gratis para que pudieran pasar las noches ahí y permanecer aislados mientras durara su labor en el hospital.
Con el permiso del arzobispo, pudieron instalar una pequeña capilla y un sagrario, este lugar se convertiría en su nuevo punto de encuentro con Cristo Eucarística y donde harían comunidad.
Los miembros del Regnum Christi de la ciudad, junto con otras personas y amigos, al conocer lo que estos sacerdotes estaban haciendo, salieron en ayuda para aportar su grano de arena.
Los surtían de materiales como guantes, mascarillas, comida para los sacerdotes y el personal médico. Apoyos económicos, traslados y todo aquellos que se fuera presentando.[/vc_column_text][vc_empty_space][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner content_placement=”middle”][vc_column_inner][vc_single_image image=”16905″ img_size=”large” alignment=”center”][vc_empty_space][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]El padre Ignacio y el padre Luis Rodrigo en todo momento tuvieron el soporte de los miembros del Regnum Christi. Y así, todos unidos ante una situación difícil, se organizaron para salir al encuentro de las personas que estaban sufriendo.
Muchas fueron las iniciativas y los esfuerzos que el padre Luis Rodrigo fue viendo y que a la vuelta de dos años le confirman el espíritu de apóstoles de las personas que lo rodean, tratando de ser en cada oportunidad auténticos apóstoles en misión.[/vc_column_text][vc_empty_space][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]
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[/vc_column_text][vc_empty_space][vc_column_text]Te invitamos a conectarte el miércoles 16 de marzo a las 10:00 am (hora CDMX) a la entrevista en vivo que tendremos con el P. Luis Rodrigo Núñez, L.C.A dos años del inicio de la pandemia en México, el padre compartirá su experiencia siendo uno de los sacerdotes con permiso especial para atender espiritualmente a los enfermos COVID.
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