En la misa dominical, el P. Fernando Villaseñor, L.C., hizo énfasis en la fiesta que se celebró ese día, la de La Divina Misericordia repitiendo en el Salmo: “porque eterna es Su Misericordia”.
Les recordó a los novicios lo que habían reflexionado en días anteriores de cómo las personas hacen la experiencia de la Pascua. Todos de distintas maneras, ya sea que nos sintamos grandes o pequeños, la experiencia de la Pascua demuestra que es eterna Su Misericordia, una demostración del amor de Dios la cual confiere una gran paz.
Hizo énfasis en el sentimiento de miedo que tenían los apóstoles a una semana de la resurrección cuando aún se encontraban encerrados, escondiéndose de los judíos e hizo la analogía a lo que sucede hoy en día con cualquiera de nosotros, pues no podemos experimentar la misericordia de Dios y la gran paz interior que conlleva si estamos llenos de miedos.
Retomando las palabras del evangelio del día, el P. Fernando puntualizó cómo Jesús en esta segunda ocasión al visitarlos les repitió estas palabras: “La paz esté con ustedes” y en su saludo, hizo especial referencia a Tomás, quien no creyó la buena noticia de la Resurrección.
Por eso Jesús va a buscar específicamente a Tomás, lo invita a tocar sus heridas y a dejar la tristeza pues Él ya ha superado la muerte y los miedos, está vivo y está con nosotros.
“Esto es la Ppascua, abrazar a Dios y decirle: tú eres mi Señor, mi Dios, mi Padre, mi amigo. Este es el mensaje de la Pascua: que nos sintamos queridos, que nos sintamos buenos, que sintamos una gran paz interior, la cual dependerá de la confianza que seamos capaces de poner en Dios”.
P. Fernando Villaseñor, L.C.
Concluyó recalcando que cada uno de nosotros hemos de ser la imagen de la misericordia de Dios, ir por todas partes siendo misericordiosos, abrazando, perdonando y animando a los demás.
Al finalizar la celebración eucarística, el rector del noviciado, el P. Jesús Cardier, L.C., dio gracias de parte de todos los sacerdotes a las mamás presentes, por su cariño y apoyo, garantizándoles sus oraciones y una especial bendición de Dios.
Algunas de las mamás presentes compartieron su testimonio.
Soledad Galván, mamá de Diego Milán asegura que su hijo sintió el llamado de Dios a la temprana edad de 11 años. Ha sido una bendición y una prueba para la familia que él esté en formación en el noviciado y que sigue seguro del camino que quiere Dios para él.
“Esta convivencia ha sido la paz que como madre necesito para ver el camino que quiere Dios para cada miembro de la familia, que somos bendecidos del llamado de Diego y que pudimos conocer el camino a seguir para nuestros hijos”.
Claudia Rodríguez es mamá de Ramiro Ayala quien desde los 6 años se visualizaba en la Apostólica a la cual ingresó a los 12 años.
“No olvido esa cara de felicidad y de luz cuanto portó su uniforme y me dijo que ese era su sueño cumplido. Ya son 7 años de este camino y esa cara la ha mantenido, así que como mamá ha sido una bendición muy grande que mi hijo le haya dado el sí a Dios”.
Para Claudia, la convivencia ha sido un pedacito de cielo al conocer lo que hace él, sus actividades y sobre todo el momento tan especial que tuvieron con Jesús, en el cual reafirmaron que es Dios la persona que conquistó el corazón de Ramiro, el gozo que tiene al saber que su hijo es un enamorado de Dios y la misión tan grande que tiene para él.
Nora Castillo es mamá de Gabriel Garza, quien se mostró feliz y agradecida de la oportunidad de convivir con su hijo pues fue una oportunidad de hablar con él de corazón a corazón a través de las actividades que realizaron. Nora recuerda que desde muy pequeño, Gabriel sintió el llamado al sacerdocio y ha estado muy contento de vivir cada etapa, sobre todo con miras a su próxima profesión.
“Fue un regalo de Dios que nos dio en especial a nosotras como mamás, y me llena de paz la felicidad de mi hijo al hacer Su voluntad”.
Emma Aguilera es mamá de Alfonso García y recuerda las horas que implicó este discernimiento para ella, para poder llegar al punto medular que necesitaba en ese momento. En su corazón, Emma sabe que Alfonso nació con la vocación, su historia inicia desde muy temprano en su vida, a la edad de 6 años y continuando cerca de la Legión de Cristo a través de apostolados y retiros.
“Yo creo que él descubrió su vocación a la edad de 3 años cuando conoció a San Juan Pablo II por televisión, su emoción era inaudita para ser un niño tan pequeño. Yo no comprendía y solo me limité a ver su mirada de emoción y de gracia. Ha tomado la decisión más importante de su vida al estar aquí, renunciando a todo para seguir el camino de Dios, independientemente de lo que siga”.
La experiencia de la convivencia de este fin de semana, sentir el amor de Dios en sus corazones y ver a sus hijos plenos, teniendo una comunidad junto a la Legión de Cristo, las ha llenado de una inmensa gratitud porque en sus hogares está el verdadero amor de Dios y de María Santísima.
Rosario Rosas es mamá de Abel Moo, y ha encontrado durante la convivencia en compañía de María y del Espíritu Santo, el gran amor maternal que los une con el Señor, a través de un sencillo abrazo que puede darles todo lo que necesitan para tomar decisiones libres, para toda la vida, como la de renovar la decisión de ser mamá todos los días y la gran bendición que Jesús ha puesto en sus corazones, de poder ser mamás de estos jóvenes en formación que están tomando la decisión de servir para el bien de muchas almas dentro de la Iglesia.
Abel desde muy pequeño sirvió como Caballero del Altar y conforme fue acercándose a la adolescencia se fue confirmando en él su deseo de seguir a Dios en una vida religiosa, por lo que después de una convivencia vocacional a la que lo invitaron en la Apostólica de México, supo que su lugar era allí, sentía que en su corazón estaba el llamado a la vida religiosa.
“El acompañamiento de los sacerdotes legionarios del Centro Vocacional fue por demás importante y transparente, Abel seguía siendo él mismo puliendo su inquietud”.
Ahora que ya está por terminar su segundo año de noviciado, sus formadores les abren las puertas de su casa, mostrando su día a día, qué comen, dónde duermen, su rol de trabajo y sobre todo la hermandad en la que están. Jóvenes que vienen de ambientes y situaciones diferentes pero que Nuestro Señor les está invitando a estar a su lado y se están volviendo auténticos hermanos.
“Con María como ejemplo, le entregué a mi hijo a Dios para que se haga su voluntad y el consejo que le di a Abel fue este: no sé dónde vas a estar, pero estarás bien cerquita de un sagrario y Él va a ser nuestro eslabón, siempre vamos a estar juntos, porque así es el Señor”.
Kirsten Dudley es mamá de José Luis Laporta cuya vocación ha sido un regalo enorme para su corazón. Desde muy pequeño mostraba ya esos destellos de querer formarse y de estar siempre cerca de Jesús y de la Virgen hasta que un día les compartió a sus padres su deseo de querer ser sacerdote, noticia que acogieron con gran felicidad.
Previo a ingresar a la Legión, José Luis decidió entregar un año de su vida como colaborador, en donde reafirmó su deseo de servir a Dios como sacerdote.
La distancia y el poco contacto con él no han sido cosa fácil, sin embargo Kirsten confirma que siempre se ha sentido conectada con su hijo a través de Jesús y de la Virgen.
“Yo lo veo tan pleno y tan feliz, es lo que como mamá todas queremos. Eso me hace feliz y le pido a Dios que le dé fortaleza, sabiduría, certeza y paz en su corazón. Que esa generosidad la mantenga, se acreciente y siempre sea un sí a Dios”.
Después de estos días de convivencia, reafirmó que su hijo sigue siendo el mismo niño que tenía en casa, el mismo amigo, el mismo hermano; simplemente la apertura de su corazón se ha incrementado. Kirsten ha ganado más hijos que son todos los hermanos novicios y ha ganado hermanas en cada una de las mamás de los compañeros de José Luis.
“Siento que la maleta que venía llena de dulces para los novicios, regresa llena de regalos espirituales para mí”.
Pidamos por estos novicios y sus familias para que Dios Nuestro Señor los siga iluminando en su camino de discernimiento vocacional y siga dándonos sacerdotes santos.