Misión internacional en Calcuta
Del 6 al 14 de junio 19 misioneros de tres países diferentes, un sacerdote, una consagrada y dos miembros de la oficina central del apostolado vivieron la primera misión internacional en Calcuta. Juventud y Familia Misionera organizó esta misión internacional en colaboración con las Misioneras de la Caridad, congregación fundada por Santa Teresa de Calcuta.
La misión consistió en dedicar tiempo, entrega y amor al servicio de los más necesitados. Los días comenzaban a las 5:00 am con oración junto a las Madres de la Caridad, seguida de la misa y un desayuno ofrecido por las religiosas. Las Misioneras de la Caridad en Calcuta cuentan con siete casas hogar activas, cada una atendiendo diferentes necesidades. Los misioneros se dividieron para asegurar que todas las casas recibieran apoyo durante la semana.
Una de estas casas es Nirmal Hriday, también conocida como Khaligat, que acoge a personas moribundas. Este fue el segundo centro abierto por la Madre Teresa y los voluntarios se encargaron de acompañar y cuidar a los pacientes en sus últimos días de vida.
Otra casa es Prem Dan, que atiende a adultos mayores. Las mañanas de los misioneros comenzaban recogiendo, lavando y secando al sol la ropa y sábanas sucias. Luego, acompañaban a los residentes, conversaban con ellos y ayudaban en su aseo personal. A pesar de las barreras del idioma, todos compartían el lenguaje universal del amor.
En las casas Shanti Dan (para mujeres) y Dayadan (para hombres), los misioneros atendieron a personas con discapacidades físicas e intelectuales con ejercicios que los médicos indicaban a los voluntarios para mejorar la calidad de vida de los residentes.
Tras el almuerzo, los misioneros regresaban a sus respectivas casas para continuar con sus labores. Al finalizar el día, las Misioneras de la Caridad les esperaban para una hora de adoración, donde agradecían y ofrecían a Cristo todo lo vivido, rezando por las necesidades de las personas atendidas.
María Chamorro, misionera de Querétaro, compartió su testimonio sobre la experiencia:
“Aquí aunque estemos muy apretados nadie te pisa, en otros lugares, aunque sobre el espacio entre la gente, nos arreglamos para pisotearnos unos a otros. Acá todos nos miramos a los ojos y devolvemos la sonrisa.
En Calcuta y en el mundo entero el Amor es la respuesta a todos los males. Pudimos encontrar en el más pequeño, abandonado, enfermo, excluido y pobre, el rostro de un Jesús que me dice ‘tengo sed’. Qué privilegio poder saciar la sed de Cristo y encontrarme con un Dios que necesita de mí, aunque yo también sea pequeña, débil y necesitada. Agradezco a la Madre y a las Sisters por su entrega total, incansable y llena de amor, a todos los pacientes que he conocido y me han cambiado la vida, y a Dios porque no me cabe duda de que soy un lápiz en sus manos”.
Patricio Quiñones, misionero de España, también compartió su experiencia:
“Esta experiencia ha sido una aventura llena de gozo, amor y crecimiento personal. Dios me ha traído a Calcuta para ver que él está en todos lados, hasta en los lugares más recónditos del mundo, cuidando siempre de sus hijos (…). A veces, simplemente, tenemos que salir de nosotros mismos para encontrarnos con la verdad. A veces hay que, solamente, estar donde Dios quiere y estar atentos con el corazón a lo que nos pide”.
El trabajo de las Misioneras de la Caridad en todo el mundo es impresionante, estando siempre al lado de los más pobres y necesitados. Agradecemos a cada uno de los misioneros que formaron parte de esta experiencia, que sin duda nos acercó más a nuestra misión de seguir llevando el amor y la palabra de Cristo a cada rincón del mundo.
