Misioneros evangelizaron comunidades de Zacatecas durante Semana Santa
Fueron 1,361 misioneros los que convocó el evangelizador Bernardo Luévano Aranda, a participar en las Misiones 2017 en distintas parroquias de la Diócesis de Zacatecas. Los misioneros visitaron poblaciones para llevar a sus habitantes un mensaje del Evangelio e invitarlos a las diferentes celebraciones de la Semana Santa.
Bernardo Luévano Aranda labora en la Parroquia de Ntra. Sra. del Refugio en Tacoaleche Guadalupe, Zacatecas y en la pasada Megamisión 2017 atendió a ocho parroquias de la Diócesis de Zacatecas con la generosa participación de los Jóvenes Misioneros de Cristo Rey y Matrimonios de Alianzas de Amor que tiene a su cargo.
Las parroquias atendidas fueron Pedregoso, San Salvador, San Tiburcio, Vetagrande, Cieneguillas, Palmillas Ojo Caliente, Tepechitlán y Tacoaleche, todas pertenecientes a la Diócesis de Zacatecas.
Bernardo trabaja durante todo el año en la preparación de misioneros a través de cursos, retiros espirituales, misiones populares, oración, convivencias, encuentros con Jesucristo camino, verdad y vida, retiros kerigmáticos y sobre todo con la recepción frecuente de los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía.
Durante la Semana Santa, los misioneros realizaron diversas actividades, entre ellas: celebraciones de la Palabra o paraliturgias, peregrinaciones, rosarios a la Virgen María, horas santas, cursos, pláticas para niños, jóvenes y adultos, retiros espirituales y visitas a enfermos.
A continuación compartimos el testimonio de Bernardo Luévano Aranda:
“Soy Evangelizador de Tiempo Completo desde el año 2001, y créanme que no ha sido nada fácil seguirle los pasos al Señor Misionero, creo que jamás le podremos alcanzar, muy apenas intentar seguirle y seguirle con dificultad por el camino que nos ha señalado con su sangre y su dolor. Es reconfortante saber y darse cuenta que tenemos al mismísimo Jesús como Maestro y si nos equivocamos nos vuelve a dar la lección a través de su Espíritu Santo. No es fácil, pero sí esperanzador caminar tras las huellas del Resucitado que nos ama.
Agradezco a Dios y a la Virgencita de Guadalupe que siempre han estado en todo nuestro hacer, sin ellos cualquier hacer es vano e inútil.
Mi esposa Celina me acompaña en todas las misiones al igual que mi hija María Iris Sagrario y mi hijo Gibrán de Jesús. Sin ellos sería más difícil y duro el caminar. Ellos me animan e impulsan a continuar; todos juntos vamos tras del Señor.
En esta tarea misionera apenas vamos iniciando, pero poco a poco el Señor se va manifestando y nos ayuda a seguir adelante a pesar de los vientos contrarios que frecuentemente se avecinan en nuestro andar.
La obra es de Dios, nuestro es el esfuerzo, cansancio y trabajo y también se lo ofrecemos a Él, así como la gloria y el poder. Por los siglos de los siglos. Amén.”