«Todos los carismas son para la misión, y los son precisamente con la incalculable riqueza de su variedad; de tal forma que la Iglesia pueda testimoniar y anunciar el Evangelio a todos y en cualquier situación» (Papa Francisco, 2 de febrero de 2023).
El 2 de febrero, en el día en que la Iglesia celebra la fiesta litúrgica de la Presentación del Señor, se tiene también la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. En este día, la Iglesia busca valorar el testimonio de quienes han dejado todo para seguir el llamado de Dios asumiendo los votos de pobreza, castidad y obediencia.
La Jornada también es una oportunidad para que las personas consagradas renueven su propósito de entrega diaria al servicio de la misión que se les ha encomendado. Y, a nivel general, es un momento privilegiado para pedir también por las vocaciones en la Iglesia.
El Regnum Christi, conformado por cuatro realidades, cuenta con la riqueza espiritual de tener tres distintas vocaciones de vida consagrada: los Legionarios de Cristo, las Consagradas del Regnum Christi y los Laicos Consagrados del Regnum Christi.
Legionarios de Cristo
Son una congregación religiosa de derecho pontificio conformada por sacerdotes y seminaristas en camino al sacerdocio. Como religiosos consagrados profesan, primero de manera temporal y después de forma perpetua, los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia.
Los legionarios buscan fomentar la creatividad evangélica entre sí y con los laicos a quienes sirven. Una característica que siempre les ha acompañado es el amor profundo al Papa, Vicario de Cristo, y a los obispos en comunión con él. Desde su vocación y misión, procuran también estar insertos en la labor pastoral de la iglesia local ahí donde se encuentran.
Consagradas del Regnum Christi
En su identidad están integradas la consagración, el estado laical y el carisma del Regnum Christi. Estos elementos imprimen un estilo de vida y un modo de estar presentes y relacionarse con el mundo.
Las consagradas asumen como propia la misión común del Regnum Christi, que es hacer presente el misterio de Cristo que sale al encuentro de las personas, les revela el amor de su corazón, las reúne y forma como apóstoles, líderes cristianos, las envía y acompaña para que colaboren en la evangelización de los hombres y de la sociedad.
Realizan estudios académicos de acuerdo con el carisma y misión del Regnum Christi, asegurando una base en teología y ciencias religiosas. Posteriormente, cada una de ellas realiza estudios de postgrado u otros cursos en diversos ámbitos que permitan responder a la exigencia de la evangelización en el mundo actual. Esa formación se extiende a lo largo de toda su vida, convirtiéndose en un modo de vivir.
La formación permanente es el proceso constante de transformación en Cristo, dejando que todas las situaciones de la vida las vayan modelando y configurando como mujeres, cristianas y consagradas del Regnum Christi.
Laicos Consagrados del Regnum Christi
Son hombres que, respondiendo a una llamada de Dios, entregan su vida entera al servicio de la Iglesia como laicos consagrados a Cristo en el Regnum Christi, enviados a vivir y difundir la buena nueva de ser apóstoles en el mundo social y profesional. Salen al encuentro de los demás con sus talentos personales y con su profesión y, junto con ellos, buscan hacer presente el Reino de Cristo en la sociedad.
Buscan vivir el misterio de Cristo, quien, consagrado al Padre y cercano a sus hermanos los hombres, como uno más de su Pueblo, les anuncia el Reino con su palabra, su trabajo y la ofrenda de su vida. Su formación tiene como fin la transformación en Cristo, modelo del laico consagrado que busca testimoniar en el mundo la vida nueva del Reino de Dios, y la preparación como apóstoles según el carisma propio.
Una familia espiritual, un cuerpo apostólico, cuatro vocaciones
Las vocaciones consagradas, junto con los laicos, aportan su identidad particular al bien y enriquecimiento de todo el Regnum Christi al servicio de la misión. Así, en comunión, complementariedad y corresponsabilidad, aportan desde su vocación particular al servicio de los hombres y de la Iglesia.
Este 2 de febrero, aprovechemos para valorar y agradecer a Dios por el don de la vida consagrada. Aprovechemos también para agradecer personalmente a los legionarios, consagradas y laicos consagrados que conocemos por su labor al servicio de la Iglesia.
Y no dejemos de pedir por las vocaciones, suplicando al Señor de la mies que mande obreros a su viña (cf. Mt 9, 38) y, por qué no, también promoviendo cada una de estas vocaciones a la vida consagrada.