Regnum Christi México

“Rehacerme nueva, Amén”, entrevista con Mélida Valenzuela

“Volver a hacerme nueva”, entrevista con Mélida Valenzuela
“Volver a hacerme nueva”, entrevista con Mélida Valenzuela
Regnum Christi
Mélida Valenzuela Pinto es consagrada del Regnum Christi. Tiene 35 años y es originaria de Culiacán, Sinaloa. Estudió allí hasta la preparatoria, luego participó en un intercambio a Francia durante un año para, posteriormente, regresar a Guadalajara para estudiar en la Universidad Panamericana.

Mélida Valenzuela Pinto es consagrada del Regnum Christi. Tiene 35 años y es originaria de Culiacán, Sinaloa. Estudió allí hasta la preparatoria, luego participó en un intercambio a Francia durante un año para, posteriormente, regresar a Guadalajara para estudiar en la Universidad Panamericana.

A los 20 años conoció a una chica del Regnum Christi, que fue su primer acercamiento con el movimiento. En ese primer contacto lo que más llamó su atención fueron las misiones y durante varios años estuvo enfocada únicamente en esta actividad sin saber que sería esa, precisamente, la puerta que la llevaría a darle su sí definitivo a Cristo.

El 28 de mayo de 2023 emitió sus votos definitivos como consagrada del Regnum Christi en la Ciudad de México y concedió una entrevista para compartir su sentir:

¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

¡Feliz! La verdad es que ha sido y está siendo un tiempo de mucha gracia. He estado recibiendo muchísimo cariño y me siento desbordada de amor.

¿Cómo fue tu llamado?

Cuando tenía 17 años sufrí una decepción amorosa y decidí ir a la parroquia cercana a mi casa, la Parroquia del Espíritu Santo. Recuerdo que, en oración, de rodillas, sentí como Jesús me decía: “Entrégame tu corazón”. Le respondí que sí, porque ya había intentado protegerlo con todas mis fuerzas y estaba destrozado. Experimenté intensamente cómo Él tomaba mi corazón y me aseguraba que lo cuidaría, sentí que mi corazón estaba guardado en el sagrario y que todo estaría bien. Luego, Jesús empezó a pedirme: “Dame tu mente, dame todo de ti“.

Durante mi tiempo en la universidad, mientras estaba en casa frente a la computadora, de repente apareció en pantalla el Diario de la Misericordia, el diario de Santa Faustina Kowalska. Yo no la conocía, no sabía nada de ella, y fue en ese momento que tuve un encuentro muy poderoso con la misericordia de Dios. Experimenté a Jesús en mi alma, veía su rostro en mi interior y escuchaba cómo me decía: “Deja todo, deja todo y sígueme”. Sentí que el mundo se volvía blanco y negro para mí. Comencé a sentir mucho miedo, pero seguí viviendo mi vida de manera normal. Luego, conocí a las consagradas y fue cuando empecé mi proceso de discernimiento.

Hice el camino de Santiago, una peregrinación de la sección de Reino. En el camino, llevas piedras que representan intenciones. Recuerdo que al comenzar el camino agarré dos piedritas, una en cada mano. En una tenía la intención para pedir por quien fuera mi futuro esposo y en la otra por los hijos que Dios quisiera mandarme. Me aferré a esas intenciones durante todo el camino.

Cuando llegamos a la tumba del apóstol en Santiago de Compostela, pasamos junto a las reliquias y allí entregas tus intenciones. Sin embargo, mientras estábamos en la fila, escuché interiormente la voz de mi ángel de la guarda diciéndome: “Ve para allá, ve para allá”. Fui y una amiga me siguió y al llegar nos encontramos con una imagen de la Virgen de Fátima y una imagen de Cristo de la Misericordia. No podía creerlo. Para mi, fue un gesto más de Dios en donde me hablaba al corazón y me hacía comprender que El estaba conmigo acompañándome en este camino.

Y fue ahí , de rodillas ante nuestra señora de Fatima que miré mis manos y vi que tenía las uñas encajadas de lo fuerte que sujetaba “mis piedritas” y experimenté que Ella me dijo: suelta, entrégamelas y en ese momento, agotada, le dije: “Me rindo, haz lo que quieras”, y le entregué las piedritas a la Virgen. Me costó mucho soltarlas porque era un sueño para mí, solo la gracia de Dios obrando poco a poco en mí, me permitió ir dando pasos.

Al terminar esta peregrinación, hablé con la consagrada que era mi directora espiritual y le dije que tenía mas claridad y que quería terminar mi discernimiento vocacional. Ella me sugirió asistir a un triduo de Reino. Pensé que como me había ausentado para la peregrinación en el trabajo no sería posible poder asistir al retiro, sin embargo, en contra de lo que yo pensaba, me concedieron estos días sin dificultad, Dios iba abriendo los caminos.

Estando en el retiro, en la adoración, recibí una gracia muy intensa. Dios me mostró una imagen donde veía un camino que se bifurcaba: por un lado, había una familia grande y hermosa, y por el otro lado, Jesús estaba de pie extendiéndome la mano. Sentí que Jesús no me decía nada más que “Meli, el camino es el amor”, y experimenté una gran libertad. Comprendí que Jesús, con su mirada, me estaba comunicando interiormente que Él me estaba abriendo este otro camino que no se le abre a todo el mundo, pero que yo era libre de elegir, y que cualquier opción que elija, Él me bendecirá porque me quiere feliz. Fue en ese momento cuando tuve la fuerza para decirle “Sí” a Jesús.

A partir de ahí, comencé un proceso de desprendimiento, renuncié a mi trabajo, vendí mi coche y dejé mi casa. Fue difícil para mí. Comprendí que si para mí fue un proceso de varios años, mis seres queridos también necesitaban tiempo para procesarlo, y eso es normal. Después, me fui al curso previo.

¿Cómo comenzó tu contacto con la vida consagrada?

Fue a mis 23 años que afortunadamente en unas misiones fue una consagrada y platiqué con ella. En ese momento yo ya traía unas inquietudes vocacionales aunque no le ponía ese nombre, pero estaba como con mucha inquietud interior de qué quería Dios de mí.

Entonces en dirección espiritual empezamos a hablar, ahí empecé como tal mi discernimiento vocacional formal y empecé a conocer el Regnum Christi y empecé a tener una vida muy activa de sección.

Fue un proceso de varios años pues ya trabajaba y estaba estudiando una maestría, pero a los 27 años me fui a Monterrey al curso previo

Fue un camino muy bonito, la verdad, en donde sí pude tocar la paciencia de Dios, que Dios es paciencia, es misericordia. También es un camino que tiene momentos de todo, pues tuve momentos de duda. Viendo hoy en retrospectiva, todo lo que antes viví encuentra un sentido en mi vida hoy. Las experiencias que viví antes de ser consagrada me suman para comprender ciertas situaciones, y entender y sentir ciertas realidades de modo especial.

Después de dos años en el candidatado, el 26 de agosto del 2017 emití mis votos temporales en Monterrey y los renové el 22 de agosto del 2020. Finalmente mis votos definitivos los realicé este 28 de mayo del 2023.

¿Qué crees que tiene Dios preparado para ti ahora?

A partir del primero de julio viviré en Madrid. Luego, del 6 de julio al 4 de septiembre, me iré a Roma para asistir a un curso que nos ofrecen a las consagradas que estamos haciendo votos definitivos este año y el próximo. Finalmente, regresaré a Madrid para continuar mis estudios de Teología. Me faltan dos años para concluir mis estudios en la Universidad San Dámaso. Esto es lo que Dios ha preparado para mí en este momento.

¿Cómo fue el período previo a tomar tus votos definitivos?

Se conjugó el término de mi período de tres años en la Ciudad de México con la Emisión de mis votos definitivos. Así que con muchos sentimientos encontrados.

Con todo, el tiempo previo fue un momento de gracia y paz. Una consagrada a la que aprecio mucho, llamada Mili Guerra, se ofreció para predicarme unos días. Así que desde el domingo hasta el miércoles previos a la celebración vino a mi casa y me predicó personalmente. Fue un gesto de su parte que acogí como un regalo precioso que me ayudó mucho a desconectarme realmente y tener el corazón centrado en Dios.

Al mismo tiempo, toda mi comunidad me acompañó de diversos modos, todas estaban en la misma sintonía y eran conscientes de lo que estaba sucediendo. Saberme acompañada por ellas con su oración y cariño ha sido importantísimo. Otro detalle fue que tuve un momento de oración con un monje de un rito oriental que conozco por la iconografía. Le pedí que tuviéramos un momento de oración juntos y tuvimos una hermosa liturgia de casi dos horas llamada “Akathistos” en griego , súplicas a la madre de Dios.

Salí del retiro muy feliz y también fue un momento para preguntar y escuchar a Jesús: “¿Una vez más, qué quieres de mí o a qué me llamas?” Y una vez más, escuché con gran sencillez que me decía: “Que tu corazón permanezca en el mío”. En el fondo, esa es mi misión: permanecer en Él y estar para Él. Ha sido una experiencia muy profunda para mí.

Mi familia comenzó a llegar desde el miércoles, y el jueves organizaron una adoración en la sección que fue sorpresa. Sabía que era para mí, pero no sabía qué iban a hacer. Pasaron uno a uno frente al Santísimo para interceder por mí en voz alta. Luego me pidieron que pasara de rodillas ante el Santísimo y continuaron rezando mucho. Fue una experiencia preciosa, llena de muestras de cariño por todas partes.

El sábado, toda mi familia ya estaba aquí y tenía en mi corazón el deseo de tener un momento de oración con ellos. Y Dios me lo concedió. Tuvimos un momento de adoración el sábado por la noche, antes de la vigilia de Pentecostés, aquí en mi casa. Fue un momento de intercesión con María y con el Santísimo. Cada uno de nosotros colocaba sus intenciones bajo el manto de María y se las presentábamos al Santísimo. Al final, me dijeron que ellos iban a rezar por mí. Me colocaron bajo el manto de la Virgen, pusieron sus manos sobre mí y todos oraron por mí. Creo que eso ayudó mucho a preparar mi corazón para el día siguiente.

¡Y llegó el tan esperado día siguiente! Dios no dejaba de manifestarse a través de gestos y detalles a través de las personas desde que me desperté.

Tuve un momento de adoración en soledad, y fue muy especial. Dios me regaló que fuera un Pentecostés muy significativo. Un detalle importante es que yo no había pedido esa fecha en particular, de hecho yo había pedido originalmente la fecha del Inmaculado Corazón de María, porque tengo mucha devoción a la Virgen y su fiesta es en junio. Pero luego, viendo el calendario y considerando temas prácticos, esa fecha estaba muy cerca de mi curso en Roma durante el verano, por lo cual no era viable. Así que pedí que fuera en mayo. Pensé en el 13 de mayo, por la Virgen de Fátima.Tengo un gran amor por la Virgen de Fátima, me ha acompañado toda mi vida. También consideré la fecha del Cristo de la Misericordia, que es importante en mi vocación. Pero cuando hablé de esto con la directora territorial, ella me dijo que el 13 de mayo no era posible porque se necesitaba la aprobación de las fechas de las reuniones que tenemos en Roma, y era demasiado pronto. Me dijo que, de hecho, solo podía en esta fecha, que resultó ser este domingo. Así que dije: “Bueno, está bien”, pero ni ella ni yo nos dimos cuenta de que era Pentecostés.

Cuando supe que la fecha de la celebración era el domingo de Pentecostés, todo encajó. En ese momento recordé que el pasado diciembre, en un retiro, Dios me había hablado de cómo me prometía un Pentecostés en donde “él me iba a hacer nueva”. Desde hacía ya algunos años, Dios me habla al corazón utilizando la imagen del templo que es destruido en las Sagradas Escrituras pero que él promete reconstruirlo. Cuando el templo se destruye, Dios, a través del profeta Hageo, que es un profeta que abarca una hoja de la Biblia, pero que me habla mucho, dice que reconstruirá el templo y que lo hará aún mejor, más grande, más bello. Ha sido escuchar a Dios en lo más profundo de mi corazón que me dice: “Yo quiero rehacerte, reedificarte y hacerte un templo más hermoso, recrearte en Pentecostés”. Por lo tanto, cuando me dijeron la fecha, y supe que era Pentecostés todo esto se agolpó en mi corazón y fui comprendiendo poco a poco todo lo que estaba sucediendo. Fue muy significativo y hermoso. “Rehacerme nueva, Amén”.

El domingo por la mañana, durante la Adoración al Santísimo, comencé a rezar y Dios me dio un regalo. María me mostró, de una manera especial, que ella quería compartirme su Fiat, hacerme parte de ese momento. Ese día era para mí como el “hágase en mí según tu palabra para siempre, y que el Espíritu Santo descendería sobre mí” en plenitud. Fue un momento muy especial, de mucha claridad. Fue conmovedor sentir a María tan cerca, sobre todo por el papel que ella tiene en mi vida.

¿Algún texto que te haya ayudado en los días previos?

En particular, Juan 17 ha sido un texto que me ha sido de gran ayuda en estos días. Justamente, estaba en la liturgia de estos días y fue como escuchar a Jesús decir: “Por ellos me consagro”. De alguna manera, sentí que me compartía esas palabras, que me invitaba a poner mi corazón en el suyo. Resonaba en mi interior, no porque yo lo dijera, sino porque brotaba de Él. Es Dios desbordándose, y si le damos una pequeña oportunidad, nos devuelve mucho más.

Devoción a…

Tengo una gran devoción a la Virgen de Fátima y al Cristo de la Misericordia porque ellos me han elegido. Desde que era muy pequeña, iba a la parroquia de Fátima, por lo que crecí con la imagen de la Virgen de Fátima como mi representación de María. A lo largo de mi vida, y especialmente en este momento, la vocación de María siempre ha aparecido en mi camino, brindándome consuelo y luz. El día en que me incorporé al Regnum Christi en Cotija, durante los ejercicios espirituales, sucedió algo muy especial: las monjas de Cotija dijeron que la Virgen de Fátima debía estar en la misa porque habían sentido algo. Yo no lo sabía, pero cuando entré, la Virgen estaba allí para mí. En el día en que llegué al curso previo en Monterrey, después de dejar todas mis pertenencias, me dijeron que una hora antes de mi llegada había llegado la Virgen de Fátima, que alguien la había enviado, y cuando entré a la capilla, allí estaba ella. Y así puedo seguir… Siempre, ella tiene el detalle de hacerse presente en momentos importantes, sobre todo tiene el gesto de que el día que llego a un lugar nuevo o cada nueva misión ella esta ahí para darme la bienvenida a casa.

Jesús de la Misericordia es muy importante en mi llamado. Tuve una experiencia muy fuerte a través del Diario de Santa Faustina Kowalska. También tengo devoción a Santa Faustina Kowalska, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, Santa Gemma Galgani, Teresita del niño Jesús.

¿Cuál es tu apostolado favorito o cuál es el que te gusta más?

Mi apostolado favorito es trabajar con jóvenes. Actualmente, me desempeño como directora de la sección de México Sur y disfruto mucho este apostolado.

Disfruto mucho estar con los jóvenes, especialmente con las jóvenes. Ver cómo se van transformando, sacando lo mejor de sí mismas, poder acompañarlas y ser testigo de la acción de Dios en sus corazones y en sus vidas es el mejor regalo que puedo recibir.

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