Por P. José R. Valencia, L.C.

¿Estarías dispuesto a dejar a un lado tus planes para dejar que Dios tomara las riendas de tu vida?, ¿en serio? Cada año decenas de jóvenes reciben su “destino” para irse a colaborar como enviados de Cristo a alguna parte del mundo durante uno o dos años de su vida. Su testimonio de fe no deja de ser conmovedor. “Cristo, me importas tú, me importa tu Iglesia, me importan las personas, confío en ti…”.

“me toca a mí,
de mi depende…”

Ellos han entendido en profundidad su compromiso como apóstoles que al incorporarse dijeron “me toca a mí, de mi depende…”. Sabemos que el programa de colaboradores empezó ante el deseo de algunos jóvenes de tener un compromiso semejante al de otros grupos en donde puedes ser voluntario en causas muy nobles. Ellos querían no sólo ser voluntarios de una ONG, sino de la Iglesia, colaborar con su oración, testimonio y apostolado en la obra de construir el Reino de Cristo, reino de paz y de amor, un mundo más humano, más de Dios… Ellos se han dado cuenta de que Dios ya les ha dado tanto.

En la sección, los colaboradores que han llegado a apoyar han tenido una función esencial. Gracias a ellos los jóvenes podían ver encarnado el ideal del RC, gracias a ellos podían ver que la fe no es un juego, o algo para momentos “de estar emocionados”.

“Su estilo
de vida,
inspira…”

Su estilo de vida, inspira.  Impulsa a mirar las cosas de arriba, a invertir en lo que no se acaba, a guardar tesoros más valiosos, ¡a buscar la felicidad donde sí está!

Más allá de que cada joven es un miembro de la familia RC y un amigo, se convierten en compañeros de batalla de cada apostolado, en testigos de que el amor cambia corazones, en buscadores de Dios. Conforme van pasando los meses he podido palpar cómo Cristo va saliendo al encuentro de cada uno y a su manera: en sus ilusiones y miedos, en su lucha por aprender a orar, en la conquista de su personalidad, en la forma en que viven “en la fe” y “de la fe”.

Gracias a ellos se fueron retomando los apostolados, gracias a ellos las comunidades reciben entusiasmo evangelizador, gracias a ellos tantos jóvenes son tomados en cuenta y escuchados, gracias a ellos se hace realidad ese sueño de Cristo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio”. ¡Dios nunca se dejará ganar en generosidad!