No olvidemos que la verdadera renovación, la que llega a rehacer el corazón del hombre, viene únicamente de Dios.

Por Fernando de Navascués

Año Nuevo siempre es una oportunidad, un llamado, a la esperanza. A mí siempre me ha recordado a una buena confesión. Una de esas que haces en unos ejercicios espirituales, en las que todo motivado, te acercas al sacerdote y ‘vacías’ con total claridad tus pecados, y sales del confesionario renovado y queriendo comerte el mundo. Es algo así, aunque sepamos que arrastramos ciertas deudas insalvables. Año nuevo es otra oportunidad que se nos da en la vida.

En algunos lugares del mundo, en Nochevieja y Año Nuevo se acostumbra a quemar los restos que no apetece conservar del año que concluye: facturas, muebles, ropa… cosas así. Es un borrón y cuenta nueva. Lamentablemente la esperanza mundana suele estar más vinculada con el dinero, el trabajo, encontrar pareja, comprarse una casa, adelgazar… Cosas que son legítimas, pero que normalmente miran solo a uno mismo. Nos olvidamos que la verdadera renovación, la que llega a rehacer el corazón del hombre, viene únicamente de Dios.

Por eso te ofrezco un simple abecedario que puede ayudarnos a entender mejor que este año tenemos que empezar a cambiar por dentro:.

Amar: es el verbo más sencillo, con el que nos asemejamos a Dios, y la acción que más esperan de nosotros.

Bondad: la característica más importante de tu corazón.

Cielo: es tu meta. El Papa Francisco se queja de que los sacerdotes hablan poco de él….

Dios: es tu centro.

Eucaristía: es el alimento por excelencia para tu renovación interior.

Familia: tu papá, tu mamá, tu hermano, tu cónyuge, tu hijo… de poco sirve ser un gran apóstol si no amas al que Dios te ha puesto como camino de santidad.

Gracia: no la descuides: es el signo inequívoco de que estás en unión con Dios. No seas indiferente ante ella.

Humor: un santo triste, es un triste santo. Ya lo dice Santa Teresa..

Iglesia: tu casa. No sirve aquello de que creo que en Dios, pero no en los curas… Cristo fundó la Iglesia, aunque algunos de los que formamos parte de ella seamos imperfectos.

Juzgar: cuanto menos mejor. No sacas nada en limpio.

Kerigma: es decir, el primer anuncio del Evangelio y su núcleo: que Cristo Jesús es Dios. Que murió y resucitó para la salvación de todos. Mucho antes que cualquier normativa….

Luz: sé luz para los demás.

María: el nombre de tu madre. Tenlo siempre en tu boca, en tu oración y en tu corazón.

No: Sé claro. Con el pecado solo se puede decir que “no”. No permitas medias tintas.

Oración: sin unión con Dios… no puedes ni empezar.

Papa: escúchale es Cristo en la tierra.

Quitar todo lo que te sobra y quédate con lo fundamental.

Renovar: haz nueva en tu vida y déjala empapar de Cristo.

Sacerdote: si eres sacerdote recuerda que representas a Cristo ante los demás. ¡Qué grave es tu responsabilidad! Si no lo eres, recuerda que él está puesto por Dios para conducirte al Cielo. Cuídalo, quiérelo y déjate acompañar por él.

Teología: fórmate. Estamos llamados a dar razón de nuestra esperanza. Si quieres hacer algo especialmente nuevo este año, fórmate en tu movimiento, en tu parroquia, en tu diócesis tendrás cursos que te ayuden.

Unidad: una de las notas de la Iglesia. Y te habla del sentirse Iglesia y vivir la comunión con todos los demás hermanos.

Vocación: Dios te llama y te ofrece un camino concreto y único para ti. Síguelo con generosidad.

X: Cristo: Sí… la letra griega X (ji) es la primera del nombre de Cristo en griego: Χριστός (Cristos). Nos recuerda nuestros orígenes en la fe y la Tradición de la Iglesia. 2000 años de Historia de Salvación. Quizá sea bueno conocerla y recordarla.

Yo: alguien que, sin descuidarle…, quizá debería pasar a un segundo lugar para poner a Dios primero. ¿No crees?.

Zafarse: pues sí… escápate de todo aquello que no te acerca a Dios.